REVISTA CONTRA / OPINIÓN/CONTROVERSIA/INTRANSCENDENCIA/ VÍCTOR VELO
http://revistacontra.com/2013/03/alimentar-el-gusto/ 23 mar 2013
Vivimos en un mundo bizarro, repleto de excentricidades que van desde el kitsch hasta el melodrama más perturbador, y todo esto sostenido so pretexto de una modernidad (o posmodernidad, dirían algunos) que permite a toda clase de manifestación ser arte o bien, considerarse válida dentro del llamado gusto personal. Es decir, ahora encontraremos arte en el fondo de una botella vacía de cerveza o en la absurda comicidad de Chespirito, sólo porque se considera que el buen gusto es personal o relativo.
Si bien es cierto que es totalmente válido tener esos, coloquialmente dicho, “gustos culpables”, también lo es saber educar el genio apreciativo y estético. Aceptemos algo: no todo lo que nos gusta es bueno, ni todo lo que no nos gusta es malo. Sin embargo, ahí es donde se gesta la problemática de no gustar de algo porque no se entiende o entenderlo y no gustarlo. Este conflicto es el que me esmeraré en tratar de explicar en este breve texto.
Pongamos el ejemplo más clásico, La Rosa de Guadalupe es quizás el programa más parodiado en redes sociales, por lo arriesgado de sus temas (de los cuales se ve a leguas que los guionistas no entienden una chingada) y lo acartonado de sus actuaciones. Personalmente considero que es parte de su técnica para atraer rating, pero eso es otra historia. Volvamos: A pesar de que en Internet las burlas contra el programa son duras y la verdad es que poca gente lo ve con real interés, lo cierto es que las amas de casa, esas señoras que pueden tener 250 canales en el cable… siguen viendo la Rosa de Guadalupe. ¿Por qué? Quizás se deba a una imposición ejercida por años y años de seguir al Canal de las Estrellas a costa de todo y de todos, o bien, porque realmente les interesan los temas ahí tratados, yo voy por lo primero.
Las personas mayores de cuarenta años (en su mayoría) están impuestas a ver este canal por la simple y sencilla razón de que antes no tenían esos 250 extras de los que hablamos anteriormente, es decir, no había la posibilidad de cambiar demasiado de “estética” televisiva, -pregúnteselo a quienes sólo tenemos televisión abierta- y cuando por fin se obtuvo esto, ya iba demasiado avanzada la novela como para dejarla de ver.
Y es aquí en donde entra el siguiente conflicto: Para esos señores y señoras impuestos a Televisa y TV Azteca, La Rosa de Guadalupe y Lo que callamos las mujeres son sólo el programa en turno que sigue en la programación habitual. No se ponen a pensar en sí es bueno o malo, simplemente es. Esto lo emparento con la falta de exploración de otros contenidos que se pueden encontrar fácilmente en otros canales, en algún disco o en Internet para los usuarios del mismo. No menciono libros y otras manifestaciones artísticas por ser la TV lo usado para distraer la rutina del día a día.
Sepan algo, señores y señoras mías: No los culpo, ni los juzgo. Veo el patrón antes mencionado como una consecuencia cultural de sus vidas, es cierto que es reversible, pero es una opción personal cambiar o seguir así.
A quienes sí que culpo es a aquellos que siempre han tenido las puertas abiertas para ampliar su conocimiento y alimentar su gusto pero siguen esperando ansiosos el domingo para ver quién canta en La Voz México. Y digo esto porque el gusto estético no es algo que nace, es algo que se hace y se cultiva día a día. Uno no puede esperar que le guste esa llamada “buena música” si jamás la escuchó, ni que el teatro –en cualquiera de sus muy variadas presentaciones- le cause entusiasmo si nunca lo conoció, y así podría continuar con cada una de las artes, tan olvidadas por el individuo (pos)moderno en aras de la flojera o el conformismo.
Sepa algo, lector, mientras usted y yo sigamos comprando y pidiendo productos basura eso es lo que nos va a llegar: Es triste ver en nuestro amado Internet tanta gente dedicada al “entretenimiento” con chistes de nimia creatividad y además usados en otras épocas (sí, los chistes que cuentan los “vloguers” mi papá me los contaba a los nueve años). Es decepcionante que el Canal de las Estrellas tenga el máximo rating en el país (y ahora además, con la Reforma de Telecomunicaciones, quieren eliminar a la competencia, háganme el chingado favor). ¡Señor, lector, cómo puede ver tanta porquería y no exigir algo mejor!
El gusto hay que trabajarlo, le repito, esto buscando el mejoramiento no sólo cultural, sino intelectual, apreciativo y lúdico de nuestra sociedad. Imagínese un lugar donde Cuauhtémoc Sánchez no sea el más leído, sino que fuera José Emilio Pacheco, donde Celso Duarte y su Son Jarocho figuren entre las listas de popularidad, donde la Compañía Nacional de Danza se presente en horario estelar los domingos… Imagíneselo, y vea qué lejos estamos de ello.
Sé que este tema puede generar controversia para el lector, pero para qué si no es este espacio. Como último ejemplo, le dejo lo más claro para usted señor futbolero, dígame: ¿usted vería un partido entre Correcaminos y Tiburones Rojos en lugar de la final de la UEFA Champions League? Exacto. Lo mismo pasa con los contenidos de calidad. Hasta la próxima vez que se abra este telón de revistero… digital.
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