
El Universal
Domingo 10 de mayo de 2009
Sin avances en el traslado del Archivo General de la Nación (AGN) a una nueva sede. El acervo que se guarda desde hace 27 años en el llamado palacio negro de Lecumberri, continúa expuesto a ácidos y a constantes cambios de humedad y temperatura en las 876 celdas donde alguna vez estuvieron presos hombres como David Alfaro Siqueiros o Álvaro Mutis, por citar a algunos, y donde hoy se guardan desde cartas de Hernán Cortés, hasta la bandera trigarante que llevó Agustín de Iturbide tras la consumación de la Independencia.
El informe anual del AGN de 2008, aprobado el 25 de marzo pasado, alertó que las condiciones extremas de temperatura y humedad rebasaban cualquier norma pues estaban fuera de los rangos establecidos.
Esta inestabilidad en las siete galerías y demás centros documentales del edificio se ha mantenido durante cinco años como lo demuestran las mediciones monitoreadas, entre 2003 y 2008, durante la administración de Jorge Ruiz Dueñas. A un mes y medio de divulgado este quinto informe anual, Ruiz Dueñas renunció a su cargo. La doctora en historia Aurora Gómez Galvarriato, es quien asumirá la dirección del AGN.
A pesar de que ya se tomó la decisión de trasladar el Archivo a una nueva sede, en Cuajimalpa, el proceso está detenido. No se ha hecho pública una convocatoria para el diseño del edificio (que se iba a anunciar a comienzos de 2009). ¿Será posible tener el recinto en 2010, año para el que se preveía la nueva sede al coincidir con los festejos por el Bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana?
Mientras tanto, en Lecumberri, refiere el informe “muchas fluctuaciones permanecen oscilando hacia niveles extremos en los que es propicia la aparición de afectaciones considerables sobre los diferentes materiales, lo que a su vez provoca el deterioro físico y químico de los mismos, a mediano plazo”.
El documento da como ejemplo el deterioro de las encuadernaciones de pergamino ubicadas en la planta baja de la Galería 4, que presentan ondulaciones “como efecto de las fluctuaciones termohigrométricas en el interior de los acervos”.
También expone que a nivel molecular los materiales documentales —fotografías, libros, videos, películas de acetato de celulosa (negativos y microfilm) entre otros—, sufren degradaciones progresivas que los afectan de una manera irreversible.
Lecumberri, dice la historiadora y exdirectora del Archivo, Patricia Galeana, es el peor lugar de la ciudad de México para albergar el archivo. “Es una construcción panóptica diseñada para ser cárcel modelo, para aislar a los individuos que habían delinquido, y cada brazo tiene una orientación distinta, por lo tanto es imposible tener la misma temperatura en todos los brazos. Es nocivo porque los cubos producen hongos. Cada celda tiene condiciones diferentes, y cambian a lo largo y ancho del día. Está a un metro y medio por debajo de la calle. Está a una cuadra y media de donde va el canal del desagüe”.
Además de lo anterior, explica Patricia Galeana, los materiales del techo de las galerías de Lecumberri son “casi de asbesto”, por lo cual, “cuando hace frío es helado y cuando hace calor es infernal”, circunstancia que permite la generación de microorganismos que destruyen el papel. “Lecumberri no cumple una sola de las normas internacionales para archivos”, asegura.
Sin embargo, Galeana tampoco se muestra muy optimista ante la idea de llevarlo a Cuajimalpa, un sitio húmedo, boscoso donde los costos por mantenimiento podrían salirse del presupuesto. Un sitio que se había propuesto como sede hace una década, pero que fue objetado por investigadores de la UNAM, entre otros.
“Cuajimalpa tampoco cumple requisitos como estar suficientemente alejado de la ciudad para no tener los ácidos nítrico y sulfúrico que destrozan el papel; no tiene la temperatura adecuada, se tendría que construir todo con climas artificiales, pero ¿a qué costo? Cuajimalpa se traduce en pesos y centavos, cada grado que se quiera modificar del medio ambiente tiene un alto costo permanente para todo el tiempo que se tenga ese edificio”, destacó.
Como secretaria técnica de la Comisión Especial de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Independencia del Senado, Galeana ha promovido una nueva sede para el edificio, pero cuestiona la falta de avances por parte de la Secretaría de Gobernación, de la cual depende el AGN. “Ha habido una gran ignorancia y falta de valoración de lo que significa poseer el Archivo más importante del continente americano”.
En cuanto a Cuajimalpa, el informe del AGN reporta que este 2009 se deben llevar a cabo los estudios de factibilidad, el proyecto ejecutivo y, en su caso, el inicio de la construcción del inmueble.
Lo cierto es que además, el proceso de reubicar el archivo es tardado, porque en esta etapa también hay que cumplir con una serie de normas internacionales que incluyen “desinfectar” todos los documentos. Galeana cita que en el caso de Estados Unidos, cuando el archivo se llevó de Washington a Maryland, el proceso se tomó ocho años.
“En todo caso, creo que debe hacerse un proyecto modular, para que el año entrante se vea por lo menos el primer módulo, que haya una parte para que se garantice, que sea una realidad, que durante los centenarios no parezca que olvidamos los documentos que nos dan cuenta de esos eventos”, dijo.


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