Martes, 6 de noviembre de 2018
https://culturacolectiva.com/arte/color-inventado-azul-maya-historia-del-arte/?fbclid=IwAR20mmd6hCfT0CkBDaVX5t-_hGUvqahfrdma3qCOyOs5XwJu7WVyXaLVf6A
Los inventos de los mayas no se limitan a las matemáticas o la astronomía, también incursionaron en el desarrollo de pigmentos.
Ciertos
colores han sido trascendentes para la humanidad, ya sea porque son muy
costosos, difíciles de extraer o porque se mantienen vibrantes con el
paso de los años. El púrpura es uno de esos colores, que históricamente
se ha relacionado con la nobleza, ya que se trataba de un pigmento de
difícil elaboración y por lo tanto usarlo en telas u otros era muy
costoso.
Otro
ejemplo de un pigmento muy preciado y exclusivo sólo para los pintores
de renombre –de hecho, solía utilizarse como método de pago– es el azul
ultramarino, mismo que se obtiene del lapislázuli, una piedra
semipreciosa que costaba su peso en oro y provenía de Asia. Su uso se
puede rastrear en las obras de Rubens y Vermeer, de quien se dice que llevó a su familia a la ruina pagando por este pigmento.
[Johannes Vermeer, Girl with a Pearl Earring, 1665.]
Sin embargo, a pesar de lo preciado que el azul ultramarino pudo ser en Europa, en América, los mayas
desarrollaron su propio pigmento azul hacia el siglo VIII. Al igual que
el europeo, no se desvanece con rapidez bajo el sol y ha probado ser
muy vibrante.
El azul maya se encuentra en múltiples murales y códices, así como en varias pinturas novohispanas que aparentemente utilizaron este pigmento en lugar del azul ultramarino. Incluso se ha rastreado el uso del azul maya en Cuba, parada obligada de todos los barcos que viajaban de la Nueva España hacia España y Europa en general.
[Azul maya en el Códice Florentino.]
El
azul maya se obtiene con la mezcla de la arcilla palygorskita —y
estudios recientes apuntan a la sepiolita, que tiene una estructura
similar— y el añil, incluso por un tiempo fue conocido como “añil de
roca”. El añil es el pigmento azul que se obtiene de macerar los tallos y
hojas de la planta del mismo nombre —Indigofera suffruticosa— y se trata del pigmento más fino de nuestro continente.
[Mural de Cacaxtla. Foto Giacomo Chiari.]
El
proceso exacto que los mayas llevaron a cabo para obtener este azul aún
es desconocido, aunque existen ciertas aproximaciones. Una de ellas, es
trabajar el pigmento y la arcilla en húmedo. Algunos creen que este
método fue un descubrimiento accidental: primero se golpeaban las hojas
con piedras y se exprimían, para después macerarlas en agua arcillosa,
después se filtraba y se oxigenaba, para finalmente calentar la mezcla
entre unos 100 y 110ºC.
Otra alternativa era trabajar los materiales en seco, una vez se obtenía el añil en polvo, también conocido como tlacehuilli,
se agregaba a la arcilla caliente antes de que se enfriara por
completo, provocando una reacción que tiñe toda la arcilla de un
particular color turquesa.
[Fragmento de un mural en el sitio arqueológico Bonampak.]
«El azul maya es extremadamente estable: pudiendo resistir al ataque de ácido nítrico concentrado, álcali y disolventes orgánicos muy fuertes sin perder su color». Afirma en un boletín el INAH.
La
resistencia del azul maya se debe a las reacciones químicas que ocurren
en el momento en el que se mezcla el añil con la arcilla. En pocas
palabras, al calentar la mezcla de la arcilla y el añil, el agua
arcillosa se seca, permitiendo que el añil ocupe los surcos que agua
dejó de la palygorsikita. La absorción del añil hace que no sea sencillo
que otros elementos penetren la estructura de la arcilla, probando así
ser tanto o más resistente que el pigmento europeo.
[Baltasar de Echave Ibía, La Magdalena Penitente.]
Por
mucho tiempo, el uso del azul maya, tanto en nuestro continente como en
Europa pasó desapercibido, al grado que recientemente comenzó a
analizarse puntualmente las coloraciones azules de las pinturas para
determinar si en algún momento se utilizó esta invención de los mayas
sin conocimiento.
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