28 de octubre de 2009
Julieta Cerezo
ACATLÁN DE OSORIO, Pue.- Natural o bruñido, el barro es una artesanía típica del municipio, que como muchas, enfrenta su posible extinción ya que el poco comercio y los tiempos difíciles llevan a muchos a dejar el oficio para buscar trabajos con los que pueden solventar la manutención de sus familias.
Así los barrios de La Palma, San Rafael y San Gabriel, recintos de los gremios artesanales resguardan a los ahora pocos creadores de cientos de piezas que han sido trabajadas totalmente a mano con técnicas que datan de más de medio siglo de practicarse, que rescatan el uso de materiales que la misma naturaleza ofrece, y que han sido habilidosamente manejados por los artesanos.
Al igual que otras artesanías en estos días, el barro natural es una pieza que difícilmente logra venderse entre paisanos y que, como don Agurio, maestro en esta rama y como es conocido en Acatlán recuerda, tuvo un boom en el que sus creaciones llegaban a Holanda, este período que abarcó de 1997 al 2000, dejó para su taller un derroche económico que lo llevó a contratar hasta 20 trabajadores que elaboraban chimeneas para el país europeo.
Por otro lado, el maestro Pedro Martínez, es reconocido en la región como el mejor artesano en la técnica de barro bruñido, conocido a nivel internacional por la elaboración de los llamados Árboles de la Vida, finas esculturas que representan desde pasajes bíblicos hasta hechos sociales; ganador de múltiples premios, Pedro se preocupa por la preservación de esta artesanía que como lo mencionó, lo ha colmado de satisfacciones en todos los aspectos de su vida.
Tanto don Agurio como Pedro han hecho de su trabajo una labor familiar, en la que desde que el más pequeño hasta el más grande son parte fundamental en la elaboración de tan hermosas artesanías, en el caso del hogar del alfarero tradicional, don Agurio, está su nieto Jerónimo, quien comienza a hacer sus primeros juegos en el barro húmedo; mientras que en la casa Martínez, la joven Ivonne ya es parte de un libro de artesanos en el que se le muestra elaborando a menor escala obras como las de su papá, Pedro.
La vida de estos artesanos quienes a pesar de dedicarse a técnicas totalmente diferentes encuentran en el amor a las artesanías un motor similar que los mueve a seguir haciéndolas, estableciéndose lazos de respeto y admiración por cada uno de sus trabajos, que como ambos refirieron, suelen ser mejor valorados fuera del país. Don Agurio, quien viviera días de gloria en su taller hace unos ayeres, manifestó que la tambaleante economía ha hecho que todas las miradas que estaban sobre sus artesanías voltearan a una inquietante realidad en la que lo que más importa es llevar el pan a la mesa, lo cual impide que la gente pueda darse pequeños lujos como la adquisición de una de sus piezas, que van de los 10 a los 100 pesos.
Para Pedro, la fortuna ha sido otra, la curiosidad y asombro que sus árboles levantan lo han convertido en un comerciante que cotiza sus piezas en el mercado mundial hasta en 80 mil pesos, por lo que ha podido tener un nivel de vida confortante y estable.
A pesar de sus impares panoramas estos creadores encuentran en cada aspecto de la vida, una fuente de inspiración para elaborar los objetos y coinciden en su preocupación por la posible pérdida de la tradición, que ha logrado incrustarse en sus respectivas familias, pero que con la creciente migración de los habitantes de Acatlán a Estados Unidos, incluyendo a los dos hijos de don Agurio, así como la crisis económica que atraviesa México, llevarán buscar la supervivencia de las personas, muy por encima del arte.
La creación de piezas de barro es una cosa de familia, señaló el maestro Agurio quien aprendió el oficio desde los 17 años, ahora a sus 64, lo ha transmitido a los otros integrantes de su hogar que se encuentran establecidos en Acatlán.
Empleando barro natural y tierra roja, don Agurio crea de 2 a 40 piezas dependiendo del tamaño, en su taller conformado por tres hornos y más de cuatro bodegones, testigos de lo que alguna vez fuera una industria fuerte y segura para la comunidad, en el que hay piezas con diversas formas y usos.
Jirafas, elefantes y figuras circulares o tubulares, fungen como hermosos floreros mientras que leones son gárgolas para los hogares, hongos y frailes franciscanos pueden ser empleados como decoración, pantallas y lámparas de soles majestuosos y lunas crecientes lucen en las paredes del lugar y creaciones más pequeñas como las calaveras y calabazas son parte de las creaciones de la temporada de Día de Muertos.
Las calaveras y calabazas que como el artesano mencionó, ya se venden en la capital y su creación es un proceso que comienza a principios de septiembre para que en este mes se puedan llevar a diferentes puntos aledaños a la región para su adquisición.
En este sentido el alfarero dijo que a veces son los que se dedican a la compra - venta, los que más ganancias obtienen, ya que el producto es llevado a Guadalajara, la ciudad de México y a zonas de Oaxaca, estado colindante con el municipio mencionado, como Huajuapan, en donde, dependiendo de la decoración que se les dé, pueden llegar a valer hasta 800 pesos el jarrón.
En su opinión, don Agurio, considera que eventos que consideramos aislados a la historia del país, han sido los que han llevado a muchos sectores industriales a su decadencia, incluyendo el suyo, a finales del siglo pasado, este artesano comerciaba cada dos meses camiones con mercancía al extranjero, que a raíz de los desafortunados hechos del 9 de Septiembre del 2001, desembocaron en el pánico de foráneos por cruzar continentes deteniendo su producción.
De la misma manera, las que cree, malas estrategias de manejo de la economía de la pasada administración federal fueron las que llevaron al despunte de la delincuencia y ha hecho que inversionistas de otros países no sientan como terreno seguro para su dinero al país.
En la casa Martínez, su patriarca Pedro, narró que su incursión el artesanía se dio desde que él tenía siete años, su habilidad natural fue reconocida por sus maestros desde muy corta edad, y fue a sus 14 cuando comenzó a elaborar los Árboles de la Vida, que confía en que serán preservados por sus hijos, en los que incluso su esposa, Irma Luz Flores se ha convertido en una gran artista.
Piezas mitológicas, religiosas y naturales impactan a todos los visitante que lleguen a su casa; comentó que ha hecho trabajos que van de los tres centímetros a los tres metros de altura, lo que le ha dado su privilegiado lugar en la alfarería mixteca y a diferencia de don Augurio, considera que su trabajo a pesar de no ser del todo accesible para las personas, éstas no pueden irse sin uno.
Pedro dijo que la inspiración para elaborar sus árboles está en todos lados, retratando la cobardía, la ignorancia, la magia y la naturaleza, la obra la aprendió de su madre Antonia López y de Hernán Martínez, el primero que hizo en Acatlán el barro bruñido.
Su maestro Hernán, trabajó con colores claros que fueron la base de la proliferación de la artesanía, pero que él logró innovar no sólo en diseño sino también en la técnica, obteniendo de manera natural tonalidades diversas que adornan soberbiamente cada uno de sus trabajos.
Por el trabajo que representa su trabajo, la elaboración es un poco más tardada dando un promedio de dos piezas de tamaño considerable a la semana, actualmente este artesano se encuentra trabajando en árboles plagados de mariposas que presume con orgullo y alegría como el resultado de una vida en la que su talento ha ido de la mano de su preparación que incluye cursos de escultura y diseño que han hecho de su trabajo, el mejor.
1 comentario:
no tengo la opurtunidad de conocer personalmente este lugar pero que bonito se ve y sus artesanias estan bellas.
como muchos de los lugares que hay en nuestro lindo mexico.
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