Parece mucho tiempo aún. Sin embargo, aunque no nos guste, la estimación está basada en la experiencia. La iniciativa fue aprobada por la Cámara de Diputados el 20 de abril de 2006, luego de un extenso proceso de discusión legislativa, pero nunca fue publicada. El ex Presidente Vicente Fox, aconsejado por la Comisión Federal de Competencia, decidió el 1 de septiembre de 2006 que la Ley no podía expedirse en virtud de que el precio único del libro reciente lesionaba uno de los principios del mercado: suprime la libre competencia y los incentivos a la reducción de costos por concepto de distribución; de aplicarse la medida se incrementarían los precios de venta al público hasta en 30% de todas las novedades editoriales.
En cambio, hubo quienes defendieron a ultranza la medida, pues consideraron que alentaba el consumo de libros, al igualar la oferta en todo el país y permitir nuevas vías de distribución indexadas a quienes compraban más libros al entrar a una librería. A lo largo de 2007 los puntos de vista se dirimieron en los medios de comunicación, con la notable presencia del entonces comisionado federal de Competencia, José Ángel Pérez Motta, y editores, libreros, autores y lectores de libros. Como sucede con todas las iniciativas que han tenido el mismo destino, la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro regresó a la Cámara de Senadores, donde se aprobara en primera instancia aquel 2006.
Sin embargo, hasta la fecha, ninguno de los senadores de la República se ha pronunciado por promover la discusión pública de la iniciativa, específicamente el precio único del libro. En los últimos meses, esta medida ha congregado a un sinnúmero de voces, incluido el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, que coinciden en que la Ley debe entrar en vigencia cuanto antes.
Han pasado al menos 21 meses desde que los legisladores aprobaran esta Ley, que contempla más acciones de fomento a la lectura, no sólo el precio único. Esto explica la razonada expectativa del presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana.
Fomentar la lectura parece un tema menor, si se le compara con las grandes decisiones que los legisladores deben tomar en materia fiscal, energética y electoral. No es un tema menor: cuando las niñas y los niños, los jóvenes y los adultos descubren el placer de leer, transforman sus valores de convivencia social, no sólo porque mejoran sus capacidades de comunicación, de raciocinio y de discusión, sino porque aprenden a apreciar la belleza.
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