Alfredo Landa, arropado por una atronadora ovación del auditorio, fue incapaz de articular palabra al recibir el Goya de honor, que también supone su despedida del mundo del cine. Su familia tuvo que ir a rescatarle al estrado, en medio de una sensación general de incertidumbre por su discurso inconexo.
Más centrada pero igualmente emocionada estuvo Maribel Verdú, que a la quinta intentona al fin se hizo con el cotizado busto del pintor gracias a Siete mesas de billar francés. Esta película logró, de sus nueve nominaciones, dos estatuillas -la otra otorgada a Amparo Baró como mejor actriz de reparto, que no acudió a la gala -. Pero sin duda, Maribel tiene un buen recuerdo para llevarse en su vuelo a Argentina, donde en una semana rodará con Coppola.
En el capítulo de decepciones Las trece rosas encabeza una derrota sólo compensada con cinco premios de los catorce a los que aspiraba y el hecho de ser la segunda película más premiada. [Rec], que tenía solo tres nominaciones, logró dos Goyas. Uno de ellos más que celebrado por una eufórica Manuela Velasco, nueva actriz revelación.
Quien también tiene mucho que celebrar es Alberto San Juan, quien derrotó en la categoría de mejor actor a pesos pesados como Alfredo Landa o Álvaro de Luna. Sólo faltó el hombre más buscado del momento: Javier Bardem, suplido por Corbacho a modo de consuelo.
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