A propósito del “Día Internacional de la Mujer”, el próximo 8 de marzo, la autora de “Las niñas bien” aseguró que no es un día para festejar, sino para que las mujeres “reflexionemos sobre dónde nos encontramos y qué debemos hacer para evitar las desigualdades y agresiones que sufrimos a diario”.
Autodidacta, imperativa y siempre viviendo de prisa, cuenta que su primer divorcio, a principios de los años 80, la puso en la lona para abandonar su pasión por lo que más ama: Escribir; cuenta que una reflexión entre continuar adelante o quedarse en el hoyo, le fue de gran ayuda. “Mi divorcio fue doloroso y representativo.
Crees que se acaba el mundo y la vida, te divorcias de todos, de los amigos del ex marido, de la familia… es terrible”, dijo. Hoy, felizmente casada con el doctor Enrique Goldbard, es madre de tres hijas y abuela de Tomás y María, de 5 y 2 años de edad respectivamente, pequeños a los que adora y quienes le ayudaron a encontrar la felicidad y superar su divorcio.
“El estar con ellos es como si se detuviera el mundo, es muy especial, es entrar en otra dimensión, en algo privilegiado que disfruto mucho.
Es el momento en el que más me reconcilio con la vida y con mi suerte. “Mi relación con ellos es algo que no se puede comparar, es una etapa de la vida que agradezco. Nunca imaginé que la presencia de los nietos cambiara mi vida.
Son mis consentidos, una bendición en mi casa, pues me provocan un gran sentimiento que no se puede comparar, por ser un lazo muy íntimo y personal”, explicó.
Admiradora de Rosario Castellanos y Simone de Beauvoir, Loaeza, distinguida por el gobierno de Francia en 2003 con la medalla de la Legión de Honor con el grado de Caballero, aseguró que su madre nunca creyó en su vocación por la literatura y el éxito que hoy a logrado, al tener más de 24 libros escritos.
“En un principio pensé que tenía razón, pues de pequeña me educaron para cuidar a mi esposo y a mis hijos.
Hubo gente que no creyó en mi, entre ellos mi madre, quien un día me dijo que me creía Simone de Beauvoir y que no era buena para los estudios”, dejo quien está por publicar un libro sobre Agustín Lara.
Esclava de las letras, cuenta haber descubierto su profesión escribiendo largas cartas, que es una manera de platicar por entregas.
“Tuve oportunidad de estudiar en el extranjero, tanto en Canadá como en Francia, y a mis amigas les gustaban mis cartas; se divertían con todo lo que les platicaba”.
Sobre el tema agregó que “de pronto, mis amigas me decían, ‘dice mi papá (o mi mamá) que me escribas más seguido porque leemos tus cartas a la hora de la comida’.
Me sentía halagada, pero también asustada porque decía: ‘¡Qué barbaridad! Ahora no sólo me dirijo a mi amiga, sino a su familia’ y así seguí escribiendo”, expuso. Sensible y cariñosa Loaeza es una mujer preocupada por su hogar y por sus hijos.
“Procuro que en la casa haya comida, que mis hijos no se queden sin comer, que los productos sean sanos y estén en buen estado”.
Subrayó que “la mujer tiene una impresionante capacidad de adaptación, y hemos aprendido varias cosas a la vez. Si hay algo que caracterice a las mujeres, es que podemos hacer la comida, llenar un cheque y trabajar al mismo tiempo. Somos una especie de milusos”, dijo.
Apurada, siempre de prisa, pero sin perder su lado humano y presumiendo una sonrisa de oreja a oreja, afirmó que el “Día Internacional de la Mujer”, es un momento para recordar a sus dos grandes: Rosario Castellanos y Simone de Beauvoir.
“La fecha es propicia no para festejar, sino para abordar los temas que conciernen a la mujer con un espíritu de reflexión y autocrítica”, concluyó.
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