El Papalote, o Museo Mexicano del Niño, comenzará su expansión por varios estados de la república mexicana para sembrar en los niños el interés por la ciencia a través de la construcción del Laberinto de las Ciencias y las Artes de San Luis Potosí."México desafortunadamente tiene un analfabetismo científico y tecnológico. En la prueba PISA de la OCDE nuestros escolares salieron muy mal en cuestiones de ciencia", dijo en entrevista con Efe la directora del Papalote (que en México significa cometa), Marinela Servitje.
A su juicio, los negativos resultados observados en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por su sigla en inglés) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) justifican la necesidad de expansión del Papalote.
Al museo interactivo que con ese nombre se levanta en Ciudad de México se unirán este año el Laberinto, en San Luis Potosí, en el centro del país, y otro museo en Tijuana, ciudad fronteriza con EU.
Además, en 2009 se abrirá un centro en Monterrey (norte), dos en Cuernavaca (centro) y uno más en la capital mexicana que dispondrá de 55 hectáreas de espacios verdes dedicados a la energía renovable.
Estos museos pretenden sembrar nuevas inquietudes en los niños, apuntó Servitje, quien consideró revelador el hecho de que haya mayor interés por financiar y apoyar este tipo de centros culturales en los estados del norte y centro del país.
Son esas regiones las que concentran a la empresa y la industria del país y gozan de menores índices de pobreza.
Sin embargo, los estados sureños obtienen peores calificaciones educativas y albergan a mayor población de minorías indígenas, cuyos enclaves sufren un mayor pobreza y retraso social.
El Papalote, una de las mejores atracciones de Ciudad de México para los niños, presenta un mundo interactivo de conocimiento por el que han desfilado millones de escolares mexicanos en los últimos años.
En su primera réplica, en San Luís de Potosí, el Laberinto, que se abrirá al público en septiembre con una inversión de 300 millones de pesos (unos 29,5 millones de dólares), se presentan muestras de arte contemporáneo junto a innovaciones de ciencia y tecnología.
El macrocosmos (espacio), el mesocosmos (naturaleza) y el microcosmos (biología) forman la base científica del museo, ubicado en el inmenso Parque Tangamanga de la ciudad de San Luis, a cierta distancia del centro urbano.
La sala más llamativa es la dedicada al espacio, decorada en negro estrellado y con juegos interactivos sobre temas como los volcanes, el cambio climático y los eclipses.
La parte artística incluye piezas monumentales en exposición permanente de Ricardo Regazzoni, Mauricio y Manuel Roxha, Kiyoto Ota, Pedro Reyes y Julius Popp.
Adicionalmente, de forma temporal, se exhibirán tres piezas de la colección de la Fundación Jumex, de su apartado "In Memoriam Albert Hoffmann", en recuerdo al inventor del LSD.
Una de las piezas más llamativas es la del mexicano Rafael Lozano-Hemmer, que consiste en una instalación de sensores cardíacos conectados a focos, que laten al ritmo del corazón del curioso.
Otra de las intervenciones artísticas permitirá escribir palabras con agua mediante un sistema de computación.
Además, podrá verse un jardín botánico con más de 35 especies de cactáceas, de las 200 que existen.

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