

El Financiero en línea
México,23 de diciembre de 2008.-
Jesús Cabello del Moral ha dado su vida al teatro, desde los 12 años ha tenido contacto con los foros escénicos y a partir de esos primeros acercamientos quedó atrapado para siempre por la magia teatral.
Rememora: "Vivía en la Rinconada de Garibaldi, a un lado de la entrada de actores del teatro Follies Berger. Adolfo Ramírez padre y su hijo Adolfo eran los guarda-casa del foro, además de que hacían el vestuario para algunas obras de teatro y también para cine.
Ellos nos dejaban entrar a tomar agua porque había muy poca en la zona, pero tenían tomas especiales para que no faltara el líquido vital en el teatro".
De entrar por la parte trasera de ese teatro le surgió la necesidad de conocer cómo se construía el acto escénico; poco a poco fue desarrollando un amor por la mecánica teatral. Como técnico trabajó en el teatro el Follies Bergere, el Lírico, el Esperanza Iris -ahora Teatro de la Ciudad-, el Virginia Fábregas -ahora Fru-Frú-, el teatro Margo -ahora El Blanquita-.
"Además trabajé en el Teatro Cervantes, en el Colón, en el Tivolí, llegué también al Palacio de Bellas Artes, además de que pertenecí al Sindicato de Trabajadores de Teatro, Tramoyistas, Escenógrafos, Electricistas, Utileros y Similares", recordó.
A finales de los 60, una década de experimentación teatral en México, Jesús Cabello era técnico en iluminación en el Teatro Arcos Caracol, que se encontraba en Chapultepec.
En 1969 conoció a Abraham Oceransky -representante de esta corriente renovadora- y a su grupo de actores, quienes montaron en ese foro la obra "Conejo blanco".
Ese contacto fue fundamental para la vida de Cabello, ya que se unió a la compañía y llegaron al Instituto Nacional de Bellas Artes para formar un proyecto vanguardista: la creación de un foro especial para una muestra de teatro experimental.

"Abraham hizo una gran lucha para crear el foro, lo más significativo es que este teatro se hizo para que durara un año, después se iba a deshacer. Todo estaba hecho de una manera sencilla para que no costara trabajo desmontarlo y quedara el espacio libre otra vez", adujo.
Para Jesús Cabello, El Galeón nació del esfuerzo de profesionales del arte escénico. El pasado 20 de noviembre ese foro cumplió 36 años de vida, de los cuales Jesús Cabello ha visto su nacimiento, desarrollo y consolidación.
En 1972, cuando abrió sus puertas con la puesta en escena "Simio", bajo la dirección de Oceransky, Jesús Cabello era el único técnico de ese nuevo recinto teatral. "Se puede decir que yo era jefe de tres áreas, iluminación, audio y tramoya", puntualizó."Fueron los actores los que hicieron el teatro y mira 36 años después aquí sigue. Es lo mas bueno que pudo haber sucedido, ya que este teatro ha amparado a muchos actores, directores, escenógrafos e iluminadores", comentó.
El técnico recuerda cómo era originalmente el foro: "El teatro se hizo de puro desperdicio se puede decir, de todo lo que quedó de escenografías pasadas, el arco que soportaba el techo estaba forrado de papel estaño, con cartón de huevo, empotrado y amarrado a unas soleras".
"Tenía la forma del esqueleto de un galeón, asemejaba a la quilla de un barco, los asientos eran gradas, al estilo del teatro isabelino, no se hacían mucho movimientos de tramoya porque era muy pequeño, lo que sí se movía era utilería, iluminación y audio", puntualizó.
A más de tres décadas de la apertura de El Galeón, Cabello del Moral considera que para que se logre la atmósfera teatral, es necesario el trabajo conjunto de técnicos y actores.
"Porque ahorita se ve horrible, no sé le encuentra sentido a la escenografía, pero en la noche es otro mundo completamente ajeno, se transforma esto y es algo que no lo puedes creer, es irreal, una cosa inimaginable", expresó.
"Aunque sea un monólogo, uno ve a un solo actor, pero hay mucha gente atrás, que son técnicos, traspuntes y boleteros. El público no se imagina el movimiento que hay allá atrás, todo el mundo corre. Técnicos y actores tenemos que estar bien ensamblados para no entorpecer el trabajo, porque si falla un engranaje de cualquiera ya se viene al traste la obra".

Para Cabello, el técnico tiene que estar alerta antes, durante y después de la obra. "Previo a la función prepara el escenario, durante la obra checa los movimientos que hay que realizar y después recoge todo lo que se queda en el escenario. Eso sí, tenemos que respetarnos entre áreas para no obstaculizar el trabajo, llevamos un sistema entre técnicos", añadió.
"Las áreas de tramoya, utilería e iluminación debemos estar bien coordinadas para darnos prisa, porque a veces no tenemos el tiempo entre obras, y nos echamos la mano entre todos para desarrollar el trabajo que a cada quien corresponde", expresó.
Considera que la tarea principal del técnico es apoyar al actor, porque "para mí es el elemento principal, es quien representa, proyecta y transmite al público las emociones de la obra. Nosotros somos el elemento escondido, que apoya. El elemento humano nunca va a desaparecer".
Después de medio siglo de ser parte del teatro, afirmó sonriente: "No me arrepiento de haber estado aquí, hay buenas y malas, pero uno como técnico siente la reacción del público. Para mí, cuando una obra está mal o no se entiende, los asistentes se mueven, en su butaca, les resulta incómodo", comentó.
Directores como Héctor Mendoza, Peter Brook, Ludwik Margules, Luis de Tavira, Julio Castillo, José Caballero y David Olguín, entre otros, han trabajado con Cabello, quien los recuerda con gusto.
"Cada director me ha enseÑado algo, ningún creador es igual, lo mismo pasa con los directores de escenografía, con los que tenemos más relación", precisó.
Al iluminador le encantan los retos escénicos, de ahí que tenga en su mente muy grabada la obra de "El Caballero de Olmedo", dirigida por Luis de Tavira en 1997; "en esa puesta habían muchos movimientos y profundidades que se solventaban con el manejo de luces". A Jesús Cabello del Moral le han tocado las transformaciones en el manejo de las luces y de los aparatos de iluminación, desde los autotransformadores de palanca y suiches hasta las actuales computadoras.

En el número 14-15 de la revista "Pasodegato", la sección Perfil fue dedicada a la labor de Jesús Cabello. En ese ejemplar escribieron los directores escénicos Abraham Oceransky, Luis de Tavira y el escenógrafo Philippe Amand. Este último afirmó rotundamente: "Lleva aÑos diciendo que está cansado y que debe jubilarse; yo creo que no lo hará, sabe muy bien que dejar el teatro será para él un suicidio. Le ha dedicado su vida a encender cada una de las luces del escenario del Galeón, y ahora no puede dejar de hacerlo". Jesús Cabello se retiró el año pasado, contra los vaticinios del escenógrafo; el acto, considera el técnico, más que un suicidio, le ha permitido redimensionar su vida teatral y buscarle nuevos significados al arte escénico.
De vez en cuando regresa a ese teatro que le tocó construir, sus compañeros reconocen "su voz chillona" y lo respetan, a cada paso se oyen voces que lo llaman Maestro, de toda una comunidad que le agradece cada minuto de su vida invertido detrás del escenario.
Recorre los pasillos y áreas de El Galeón con toda familiaridad, conoce de memoria los espacios y continúa tratando de descifrar la magia escénica que lo atrapó desde su niñez y que lo hechiza en cada palabra, en cada acto. "Para mí, el teatro es algo indescifrable, todavía no lo acabo de entender porque conoces a tanta gente, actores, técnicos y al mismo público, y cada uno enriquece tu visión. De mi vida todo ha sido teatro, cosa que me ha llevado a un nivel máximo de satisfacción", concluyó. (Con información de Notimex/GCE).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario