
La población se compone en su mayoría por tarahumaras, en un 80 por ciento aproximadamente, seguidos por los guarojíos, tepehuanes y uno que otro pima, de acuerdo con información de la Coordinadora Estatal de la Tarahumara, que es la dependencia encargada de apoyarlos. En total son 839 familias las que han cambiado su hogar en la Sierra Tarahumara a esta ciudad en busca de oportunidades para poder vivir, pues en su lugar de origen escasea la comida y el trabajo, comentaron algunos indígenas.
La población indígena se distribuye en 40 asentamientos y albergues creados para ellos, sin embargo se trata de nueve principales en los que vive la gran mayoría. El asentamiento Oasis, que fue el primero en formarse en 1940 y es el más popular de todos, con un total de 80 familias que se componen de 410 habitantes, desde niños hasta adultos mayores. La colonia Tarahumara es el segundo asentamiento más poblado, con 57 familias, un total de 278 alojados.
En tercer sitio está el Sierra Azul, con 39 familias, seguido por la Ladrillera Norte que tiene 35. El albergue Carlos Díaz Infante y el Pino Alto son otros de los más numerosos, con 34 y 33 familias respectivamente, mientras que en Granjas la Soledad son 28. Para considerarse asentamiento, como mínimo tiene que haber cinco familias, por lo que con el paso del tiempo ha crecido el número de ellos. El coordinador de la Tarahumara en el estado, Jaime Enríquez, informó que pese a lo que pudiera pensarse, del total de pobladores indígenas en la capital sólo el 1.8 por ciento, es decir 70 personas, son los que piden en las calles, pues el resto trabaja para vivir.
Las mujeres se quedan en la casa o se dedican a la elaboración de artesanías típicas de su etnia, pero los hombres han logrado acomodarse en diferentes oficios como albañiles, la fabricación de ladrillo, vaquerón, en algunos ranchos cercanos a la capital e incluso hay algunos que han logrado poner sus talleres para reparación de aparaos eléctricos, carpintería o soldadura.
Es importante recalcar que no se les dé dinero a los niños en los cruceros, destacó el coordinador de la Tarahumara, expresó que pese a que pedir el kórima es parte de su cultura por el significado de compartir, a los niños en particular sólo los incita a continuar en las calles a costa de su integridad física. Pese a los albergues y a los asentamientos, los grupos de indígenas, rarámuris especialmente, son parte de los cinturones de pobreza, pues al llegar de la Sierra hacen sus casas con lo que encuentran, cartón, hule o láminas que en muchos de los casos poco los protegen de las inclemencias del tiempo.
Algunos ejemplos son los que viven en la zona de Granjas la Soledad, pues aunque algunos han logrado levantar sus casas de ladrillo, resultan pequeñas para la cantidad de habitantes.
Educación:
El interés de los indígenas por estudiar aumentó en los últimos años, pues de los siete indígenas que cursaron el nivel profesional en el 2004 la cifra llegó a 68 durante este año. Además para este próximo semestre están en la lista del examen de admisión otros 120 indígenas, que pretenden seguir sus estudios en la Universidad Autónoma de Chihuahua.
Lo anterior se hace mediante un programa de becas y apoyos del comité que conforman la UACh, la Diócesis de la Tarahumara, la Fundación del Empresariado Chihuahuense, Derechos Humanos, la Coordinadora Estatal de la Tarahumara y otras organizaciones no gubernamentales. Es lo que respecta a la educación básica y de acuerdo a una muestra en el asentamiento Oasis, de diez niños que salían de primaria sólo uno o dos continuaban en secundaria, pero este 2009, de diez niños que en los próximos días se graduaran del sexto grado, todos tienen la intención de ingresar al siguiente nivel.
Adicciones:
Los indígenas son presa de las adicciones, sobre todo por el uso del alcohol y los inhalantes, dijo Jaime Enríquez, quien dijo se trabaja con ellos para su recuperación y desde luego labores de prevención. Del 2007 a la fecha se tienen 17 jóvenes indígenas de entre 15 y 29 años en esta ciudad, que han tenido que ser canalizados a algún Centro de Rehabilitación para que se recuperen.
Sin embargo esta cifra está por debajo de la cantidad de indígenas que requieren de ayuda, puesto que al igual que los mestizos, el uso de drogas es muy frecuente. La Coordinadora de la Tarahumara efectúa una labor preventiva, sin embargo la penetración de la droga es fuerte, sobre todo por el carácter sumiso que hace a los indígenas presa fácil, señalan algunos especialistas en el tema.

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