http://www.arteyociochihuahua.com/notas/624.htmlEn todo el país hay puestas en escena que van desde la excelencia hasta la mediocridad, abriendo un abanico de posibilidades para que el espectador juzgue y tome de cada una “algo” o mucho. Está en el Distrito Federal la temporada de Eduardo II bajo la brújula de Martín Acosta, con la participación de 20 actores, entre los que destaca Nailea Norvind, una conocida actriz de televisión, pero que no desmerece en actuación cuando lo hace sobre las tablas. A pesar de durar casi cuatro horas, se van volando, pues es una historia que atrapa desde el principio y la escenografía está muy bien elegida, ya que da la ambientación necesaria para entrar con plena complicidad a la anécdota; la cual aborda los amoríos homosexuales de Eduardo II, aspecto que lo hizo llevar a Inglaterra a un transitorio declive. El guión es del dramaturgo de la época isabelina, Christopher Marlowe.
También acaba de terminar la corta temporada de la Compañía Nacional de Teatro con Edip en Colofón de Flavio González Mello, de cuyo montaje prefiero no hablar mucho, porque aunque dicen que “recordar es vivir”, también hay ocasiones en que “recordar es volver a aburrirse”. Aunque la idea es interesante, la historia está llena de reiteraciones y se sostiene sólo por el humor superfluo al que se recurre. Las actuaciones son impecables. Nada hay que reprochar al respecto. La escenografía, como en todos los montajes de la Compañía es ostentosa; pero en este caso un poco mesurada en el relumbrón, y debidamente justificada.En un teatro un poco más al margen del apoyo institucional, contrario a las puestas en escena que mencioné con anterioridad, está presentándose en el Foro Shakespeare la muy mencionada obra “Humo”; de la que se han creado mitos, haciendo su montaje un negocio redituable pero olvidando lo artístico a la hora de la puesta en escena, pues más que dramaturgia, parece un performance sin pies ni cabeza, y no por la intención de su autor y director Ghalib Elhateb, sino por el desconocimiento que éste tiene de los artilugios dramáticos. Parece que tras de la obra no hay un texto definido. Y aunque lo hubiera, parecen apuntes, más que una obra acabada. Sospecho que la intención –la única- es crear repulsión al espectador. Pero para eso no necesariamente se necesita recurrir al drama. Hay muchas cosas que lo hacen y de forma menos artificioso. En ese mismo recinto cultural, aunque en otro espacio porque así lo demanda la obra, a partir del mes pasado se están presentando las adaptaciones de dos obras del dramaturgo ruso Antón Chéjov: El beso y Petición de mano. Ambas adaptadas por el dramaturgo, actor y director chihuahuense, Antonio Zúñiga, quien además de actuar en una de ellas, lleva el timón de las dos. Es meritorio que sea una puesta en escena con escasa escenografía, lo que facilita su representación en cualquier lugar, sin requerir de un espacio con muchas exigencias. Cabe mencionar que este grupo que bautizó a este proyecto como Teatro en la Maleta, ya se ha presentado en algunos pueblos del país con muchísimo éxito, debido a la cercanía que tiene la gente con las historias abordadas y por la dirección que se aleja de la grandilocuencia. Además de explotar de forma acertada la ironía y el humor de este par de obras. Muchas veces los aspavientos en la actuación alejan a la gente, yo incluyéndome. Y en esta puesta en escena se logra la contención requerida de los actores, transmitiendo lo justo. Entre sus representaciones, estuvo presente en la pasada Muestra Estatal de Teatro de Michoacán, teniendo muy buenas críticas en los medios de aquella entidad. En la próxima entrega hablaré de “Delirius Tremens”, una adaptación dramatúrgica de la novela del escritor chihuahuense Ignacio Solares, dirigida por Antonio Crestani y lo reborujaré con alguna otra obra que esté en cartelera o que se haya publicado en los últimos años.

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