El Heraldo de Chihuahua9 de octubre de 2009
Un indiscutible símbolo de nuestra identidad es la hermosa Catedral Metropolitana, la mayor joya arquitectónica de Chihuahua, la cual se puede admirar desde varios puntos de la ciudad.
La belleza de sus líneas y de las columnas salomónicas de su fachada principal, así como la esbeltez de su conjunto, la colocan como uno de los más sobresalientes ejemplos del rico estilo barroco en el continente Americano y una figura única entre las construcciones del siglo XVIII.
El obispo Benito Crespo y Monroy colocó en 1725 la primera piedra en el mismo terreno donde había estado la antigua parroquia. Ante la lentitud de los trabajos por la escasez de recursos, éste logró que se impusiera una contribución a mineros y comerciantes para aplicarla a su construcción. El alarife (recuerda, no te apartes del diccionario) José de la Cruz diseñó y dirigió la obra hasta su muerte en 1734. Sus torres, a cargo de Bernardo del Carpio, se terminaron en 1757 y son tan perfectamente iguales que vistas de costado parecen una sola. Finalmente los trabajos concluyeron hasta 1826 y la parroquia fue elevada a Catedral en 1891, cuando Chihuahua recibió el nombramiento del Obispado.
Montada sobre un tambor octagonal, la cúpula define con claridad el centro del crucero, a la vez que dos esbeltas torres gemelas de tres cuerpos rematados en cupulín definen la simetría de la fachada. En su interior sobresalen sus dos altares mayores y su órgano monumental de origen alemán, considerado como uno de los mejores en su tipo. El arco de acceso de la Catedral es de medio punto y poligonal a la vez; la ventana octagonal del coro y la profusión de guías vegetales en el resto de los espacios, así como las portadas laterales, exhiben una bella decoración barroca.
En la capilla del Cristo de Mapimí, a la izquierda de la entrada principal, puedes ver un retablo barroco con pinturas de José de Páez y el nicho en forma de cruz que guarda la imagen del Cristo, que estuvo en el primer templo de la ciudad. Recientemente la Catedral se vistió de luz y sonido gracias al espectáculo Chihuahua Saga, de Xavier de Richemont, un mural musical que cuenta nuestra historia desde la época prehispánica hasta el tricentenario, pasando por la fundación y la Independencia, y que pudieron admirar los visitantes de la Plaza de Armas en el Centro Histórico.

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