La Temporada de Arte otoño-invierno 2013 y el Programa Permanente de Teatro presentan la obra
Opción Múltiple
Autor: Luis Mario Moncada
Dirección: Andrea Montes
Sinopsis:
Diana y sus 4 personalidades recorren un divertido y atropellado camino para descubrir que las 5 no pueden existir al mismo tiempo.
12 y 13 de octubre de 2013
Sala de Teatro Experimental de la Facultad de Artes
(Antiguas instalaciones de la Facultad de Ingeniería Campus I)
16:00 y 18:00 hrs.
Cooperación: $50 general, $25 estudiantes, maestros y personas de la tercera edad y $15 Colegio de Bachilleres
¿Qué conforma a un individuo? ¿Realmente somos un solo ente, o nos componemos por diferentes partes de un imaginario interno? El texto de Luis Mario Moncada propone un acercamiento al personaje de Diana, una mujer que sufre de un desorden mental del que bastante se habla pero gran parte se desconoce, el llamado Trastorno de Personalidad Múltiple.
En la propuesta de esta directora, el espectador comienza su experiencia con una imagen en que se aprecia al elenco completo en escena. Un grupo de cinco mujeres y un hombre, todos con camiseta blanca y pantalón de mezclilla, las mujeres además llevan la misma peluca para indicar la relación íntima existente entre ellas, pues son una misma.
El mensaje global del montaje es claro desde el principio: se expone en escena la problemática cotidiana de esta mujer, los obstáculos personales a la par de su relación con los otros, a la vez que se encuentra en el proceso de una exploración interna para encontrar el origen de su patología. El juego escénico se presta para la experimentación con formas y presencias simultáneas (recordemos que todas las actrices representan diferentes personalidades de una misma mujer), lo cual es aprovechado, y en varias ocasiones muy bien logrado. Lo anterior en ningún momento dejará de ser un elemento al que se pueda recurrir a futuro, ya que con la madurez del montaje y la familiarización del elenco con la dinámica escénica, seguramente surgirán nuevas propuestas de interacción y representación de las diferentes facetas de Diana.
La obra se sostiene en un grupo de jóvenes actrices que logran sus cometidos escénicos, algunas resaltando más que otras, en particular las intérpretes de las personalidades Olga y Sabueso, que logran arrancar la mayor parte de risas de la audiencia durante las escenas cómicas presentes en el montaje. Las demás logran su cometido, sus personajes no son tan lucidores como los ya mencionados, pero retratan el aspecto de Diana que les corresponde de manera efectiva. Por su parte, el único elemento masculino en el elenco es responsable de dar vida a tres personajes diferentes, demuestra un trabajo conciso aunque no del todo reforzado, bien podría lograrse una diferenciación más notaria entre sus tres personajes; pero actualmente funge como un apoyo firme para el desarrollo del personaje femenino, lo que a fin de cuentas es su mayor función en el montaje y el mismo texto dramático.
Ahora, el elenco funciona, el mensaje llega al público, existe una propuesta consciente en el montaje. ¿Qué área es la más factible de optimizarse entonces? ¿Qué puede generar “ruido” ante el análisis de este montaje? En lo personal, me inclino por lo referente a la parte escénica-plástica del mismo. No es que no exista una propuesta o que no sea clara, pero, en varias ocasiones logré apreciarla un tanto “caótica” o “saturada”.
Desde el espacio en que se presenta el espectáculo se propone una forma “no convencional”. El acomodo del público es más alto que el espacio del escenario, dificultando ocasionalmente la visualización completa de la escena, sobre todo en trazos que las actrices tienen a nivel de piso; la inexistencia de telones y/o piernas, quizá podría acercarnos como propuesta a una mayor intimidad con el elenco, en especial con Diana y su interior, pero habiendo tantos elementos en la visión del público, se suma como un distractor el elenco cambiándose de vestuario y el flujo constante de utilería.
Los elementos escenográficos son transformables, lo cual enriquece la dinámica escénica, pero pueden dar una imagen un tanto descuidada en función plástica; por ejemplo, la mesa es tan alta que casi cubre por completo a las actrices cuando se sientan en ella a comer, o tenemos la presencia constante en escena de una “jaula” que solamente se utiliza en un par de momentos en todo el transcurso de la obra. Si ya existe una propuesta de transformación en elenco y escenografía, bien se puede aprovechar para optimizar los elementos que se manejan como tal, favoreciendo una plástica más limpia, dinámica y equilibrada.
Finalmente, hay una duda que me queda ¿cuál es el propósito final de este montaje? Pues algunas escenas de tinte cómico (muy bien logradas por cierto) se intercalan con momentos altamente dramáticos; resulta complicado definir si lo que vemos es una comedia o un drama, si observamos la “tragedia” de Diana, o las situaciones “chuscas” que su estado le hace pasar. No es obligación definir un solo tono, sobre todo en un teatro nuevo, propositivo y dinámico como éste; se pueden conjuntar, pero siempre habrá alguno que predomine, bien podemos encontrarnos con una comedia-dramática, un drama-cómico, una tragicomedia o alguna otra propuesta. Parecería una nimiedad, pero encontrar un tono específico como eje, ayuda a que las escenas (por más diferentes que sean entre sí) se vean más conectadas y tengan una mayor fluidez.
Una uniformidad en el tono además encaminará al espectador hacia una tesis más específica; éste concebirá a la protagonista de una manera más humana, orillando a la reflexión e identificación con la misma, o alguna(s) de sus personalidades. Después de todo, en escena nos encontramos con una mujer luchando con el cotidiano de forjar su verdadero “yo”, con ayuda de los diferentes elementos que la componen, ¿quién no tiene diferentes facetas dentro de sí?, por lo menos este redactor, sí las tiene.
Se despide, por lo pronto:
Jesús Frías - (Armand Falconer).
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