Universidad Autónoma de Chihuahua
Facultad de Artes
Maestría en Artes
Modelos de Creación
Dra. Rocío Judith Galicia Velasco
“Los Septentriones de Víctor Hugo Rascón Banda”
Por: Martín Hernández Molina
Chihuahua, Mx / 6 de diciembre de 2013.
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“Quien buen Norte tiene, seguro va y seguro viene” (anónimo)
Cuando una persona se desorienta o pierde el control, suele decírsele que anda norteada o que ha perdido el Norte, según los expertos de la navegación de los grandes océanos. Mientras que, aquellas mujeres u hombres que han encontrado su realidad, su Norte, sabiendo la importancia de su funcionamiento vital, no lo sueltan de su mente y lo sostienen en su mano izquierda como herramienta orientadora. Según Freud: “es la misión del arte y de la ciencia, comprender la realidad para hacerla mejor” (Citado por Rodríguez Piedrabuena, 15) es así el caso de grandes creadores de las ciencias y las artes que han transformado sistemas simbólicos en sus campos o ámbitos de acción.
Algunos los llaman “locos desorientados” porque en su contexto, en su tiempo, en su ámbito están lejos de la realidad, siendo tildados de perturbados, de fantasiosos o ficticios. Pero al paso del tiempo nos han demostrado lo contrario, dándonos cuenta de que eran los más orientados, los más cercanos a su Norte, los mejores guiados por sus septentriones (Del lat. septentrĭo, -ōnis, de septem, siete y trio, -ōnis, buey de labor. Norte como punto cardinal. Polo Norte. Lugar situado al norte de otro. Viento del norte), los más brillantes por sus Auroras Boreales.
Introducción
En el presente ensayo académico, se aborda la vida y obra resultante del escritor chihuahuense Víctor Hugo Rascón Banda, quien encontró claramente su Norte en la dramaturgia y siempre estuvo orientado por su centro, Santa Rosa de Uruáchi, como su Rosa de los Cuatro Vientos. Desde niño supo por dónde salía el sol que iluminaba las verdes mañanas, su color favorito, de la Sierra Tarahumara de Chihuahua. Entre montañas y corrientes de viento fresco, olfateó hacía dónde estaba su destino, intuyó hacia dónde lo jalarían sus más fuertes septentriones.
Pronto ese Norte significaría para él su campo, su propio espacio social de acción y de influencias (Bourdieu, 1980), donde se le reconocería como uno de los hombres más intelectuales y creativos de México; ubicándose dentro del mundo de las letras, de la literatura, su espacio y su tiempo para vivir intensamente en el teatro, quedando testimonio escrito y en la colectividad de los teatristas del planeta, en su Mensaje del Día Mundial del Teatro 2007 en la sede del ITI-UNESCO de París, Francia …”vivir el teatro para entender qué nos está pasando, para transmitir el dolor que está en el aire, pero también para vislumbrar un rayo de esperanza en la pesadilla y el caos cotidiano” (Rascón Banda, 2007) porque se hizo hombre de letras desde pequeño y con el paso del tiempo continuó haciéndolo hasta percatarse de que era la mejor forma de buscar el orden de las cosas, de sus ideas, del desequilibrio de la sociedad. Escribir llegó a ser tan importante y vital que visualizó entre sus semiosis las respuestas a sus emociones y sentimientos.
Paralelamente en este trabajo, se analiza y se dialoga con las teorías sobre las mentes brillantes, las inteligencias y la creatividad entre los grandes hombres y mujeres que han heredado a la humanidad cambios sustanciales y evolutivos en la historia, según el especialista psicólogo, investigador y profesor estadounidense Howard Gardner en sus Mentes Creativas y por otro lado el italiano-estadounidense psicólogo, sociólogo; el profesor Mihali Csikszentmihalyi en Aprender a fluir; el sociólogo Pierre-Félix Bourdieu con ¿Y quién creo a los creadores; y finalmente a José Antonio Rodríguez Piedrabuena con su título La Mente de los Creadores.
La dramaturgia y las letras
La literatura universal está conformada por estructuras, estilos, contextos y modalidades que definimos como el campo simbólico de los hombres y mujeres constructores, creadores, diseñadores o fabricantes de códigos lingüísticos perfectamente articulados para conformar los textos o libros para leer, como la novela, el cuento, la poesía, el periodismo. Digamos que cada especialidad literaria tiene su propio campo de acción “modus operandi” y su ámbito a modo de “modus vivendi”.
Entre todos ellos se encuentra el especialista en construir y deconstruir diálogos, ambientes, circunstancias y situaciones, espacios diversos y mover el tiempo a su antojo, ponen a los personajes a resolver problemas “Los dramaturgos son como remedos de Dios, creamos universos, mundos, enconflictamos a los personajes con ellos, consigo mismos o con su sociedad. Hacen justicia donde no hay justicia” (De la Riva, Juan Antonio, 2013) los dramaturgos son los diseñadores de la génesis, como los creadores del mundo, de la luz y de las letras.
La dramaturgia es entonces una de las artes creativas y compositora del drama y lo que la hace diferentemente operante, a las demás estructuras literarias, es su diálogo entre personajes y el público lector en vivo donde se pelean y se angustian, donde discuten sus errores y se reconcilian, presentes ambos en un mismo espacio convencional, el teatro. Ésta es la técnica del creador, del que compone y descompone textos dramáticos, “En la creación artística está implícita la técnica, los ensayos y errores, disposición de aprender y desaprender, dejarse llevar (fluir), trabajo, disciplina, rebeldía, rompimiento con los cánones, conjunción de saberes de diversos campos y disciplinas” (Rodríguez Piedrabuena, 2002) tal y como se considera a nuestro personaje en cuestión, Rascón Banda el creador de su propio destino, el rechazado en muchos ámbitos políticos, en círculos puritanos de letras obsoletas, entre catedráticos ortodoxos que no aceptan los cambios, Rascón Banda el dramaturgo joven pero inteligente maestro rebelde y curioso que supo decir su denuncias públicas rompiendo reglas y pensamientos decadentistas.
La inocencia: centro de la Rosa
Oriundo de Santa Rosa de Lima, municipio de Uruáchi, estado de Chihuahua, México, el pequeño Rascón Banda vivió “un mundo extraño” (Peláez, 176) entre tareas escolares de matemáticas, dibujo y lecturas de la primaria con educación independiente y los alegatos de confesiones delictuosas, pues su casa era todo un palacio de justicia. Su abuelo representante de la justicia de la región, su padre ministerio público y su mamá la secretaria de actas, acuerdos y las tareas hogareñas, todo en una sola oficina instalada en la entrada de su hogar. Desde luego que el niño no escaparía al oficio de la familia, con su excelente letra, escritura y expresión oral adquirientes en la educación escolar, asistió a su papá como adjunto de actas levantando redacciones documentales de registro civil en nacimientos, defunciones y lecturas epistolares de Melchor Ocampo en las bodas.
Un mundo extraño lleno de curiosidades que conocer, que explorar. Un mundo seductor. Un mundo que le dio muchas posibilidades para aprender a oír, escuchar e inocentemente comprender historias terribles que iban desde la vida hasta la muerte, de las injusticias y la partición de la justicia. Puntos cardinales en proceso de acomodarse, cual movimiento de la aguja en su brújula infantil. Y llegó claramente el sentido y significado de uno de los conceptos más complejos de los fenómenos sociales “la justicia”, en términos de ley y humano-natural. Esto le dará las herramientas y el conocimiento acerca del juicio penetrante, rasgo característico de un individuo creativo, según Csikszentmihalyi, lo que en la etapa de madurez le brindará las posibilidades de descubrir nuevos caminos.
Un mundo raro que llegaba a su mente de boca en boca por los migrantes que regresaban a su pueblo, o por los turistas, los extranjeros comerciantes en busca de los minerales preciosos ahí, en veta, por las noticias periodísticas atrasadas y con la llegada de las voces radiofónicas que le dibujaban otros lugares de ensueño, que le informaban los hechos y sucesos citadinos de las capitales urbanas y culturales. Su lenguaje de comunicación era escrito y sólo lo enviaban vía telegráfica o por las incansables bestias que portaban las siglas del Servicio Postal Mexicano. Un mundo raro que le ofrecía abigarradas imágenes, sueños, ideas y viajes mágicos que lo impulsaban a querer visitarlas algún día. Un rasgo característico tiene este creador en potencia “Mantiene la necesaria curiosidad para detectar el potencial de las ideas que flotan en el ambiente o son expresadas por otros” (Rodríguez, p. 10) pequeño, inocente pero inquieto, mostraba su habilidad para la perspicacia, la observación y la escucha, lo que serán las semillas de sus futuros frutos literarios. Pronto su espíritu aventurero lo prepararía para salir en busca de su Norte de libertad.
Su terruño era un pequeño mundo extravagante habitado por individuos ataviados con prendas muy antiguas, que aún practicaban rituales, usos, tradiciones y costumbres milenarias, el mundo de los rarámuris, que le llenaron la cabeza de una cultura urgente de entender y ayudar a preservar por su riqueza humana, de resistencia natural, de grandiosidad cósmica, de convivencia mística, de organización social sólida y ajena. De ahí que se impactará con esta realidad étnica llevándolo hacía la inquietud de mantener viva la historia y la vida de los tarahumaras, sus hermanos de cuna cultural y sus más espesos recuerdos de infancia.
Seguramente cuando alcance la mayoría de edad, el joven Rascón Banda comprenda como la escuela, los juguetes, el hogar, los amigos, la familia, los usos y costumbres de su rancho norteño habrán contribuido al desarrollo de su personalidad. Su ser será una conjugación de inteligencias, aptitudes y personalidad. Gardner (1995) plantea en su teoría que la mente humana está estructurada por complejas facultades físico-químicas y psíquicas las cuales se ven modificadas, a lo largo de la vida experimental, por los avances científicos, biológicos, tecnológicos, sociales y culturales en general.
Un mundo fascinante y lleno de sorpresas era su Santa Rosa. Niño afortunado que se instruía entre matemáticas, letras, biología, dramatización de tópicos históricos, canciones y solfeo, expresión oral, poesía, dibujo, declamación, danzas regionales folklóricas, ciencias, civismo, geografía, valores y organización social, manualidades finas y psicomotrices, entre fiestas escolares y convivencia social tradicionales. Así se construyó y evolucionó Rascón Banda, entre las artes y las ciencias primarias, pero con métodos libres e independientes donde tuvo la fortuna de acercarse tempranamente al uso equilibrado de su mente, de su pensamiento humano. Y entonces llegaron sus primeros pininos teatrales. Llegó el teatro natural, lúdico, la magia, la fascinación por conocer y conectarse con otros mundos simbólicos y apenas era un niño. Rasgos característicos de un futuro creador de gran envergadura según (Gardner, 1995).
Rascón Banda quedó definitivamente marcado por pueblos mineros legendarios que dieron historia a la región. Minas abandonas con sus propios fantasmas naturales. Fantasmas deambulantes entre el oro y la plata que se llevaron al viejo mundo. Pueblos que le heredaron una riqueza mágica, leyendas de ensueño, pesadillas pletóricas en imágenes, voces y ecos perdidos en el umbral de su niñez. Huellas que tatuaron su cuerpo, mente y espíritu. Los vientos de Santa Rosa le susurran al oído: es hora de volar.
La capital: un punto de partida hacia el Norte
Salió rumbo a Chihuahua Capital a estudiar el siguiente nivel educativo, la secundaria normal. Entre materias más complejas pero interesantes, aprendió a dominar la lengua nacional, la palabra, la expresión oral abierta y corporal, lo que acentúo su seguridad individual y desde luego a usar más articuladamente la escritura. Los mentores lo orientaron hacia las filosofías socialistas, donde no hay dioses, ni vírgenes, ni santos o iconos que adorar. Conoció entonces, a los que más tarde, serían los protagonistas de las guerrillas del cuartelazo de Madera, Chihuahua y a los fundadores de la Liga 23 de septiembre, grupos subversivos al gobierno en turno.
Llevó buena instrucción deportiva pero no destacó. No sabía que tenía cierto grado de miopía visual, lo que seguramente obstaculizó su desarrollo en las canchas deportivas. Era de estatura baja y no se hacía notar entre los demás. Aceptando sus condiciones físicas, decide mantenerse al margen de esas actividades, donde sus hermanos sí eran campeones.
La deslumbrante capital era movida por artefactos tecnológicos antes no vistos por él, como los autos de lujo. La vida electrificada chihuahuense circulaba por todas las venas de la ciudad hasta alimentar los expectantes televisores que ofrecían otros mundos, que explorar. Afortunadamente no llegó solo. Protegido en su ser por el teatro natural, inmediatamente lo practica entre la física, las matemáticas, la química y las ciencias sociales. Puso manos en la obra para formar su primer grupo de teatro.
Para entonces los sistemas educativos todavía eran un tanto independientes y las reformas educativas centralistas todavía no hacían acto de presencia en el ámbito estudiantil del norte de México. Así que se empapó de comunismo social, de las corrientes sindicalistas, del proletariado y de las masas obreras que estaban en boga en contra de la explotación capitalista mundial. Fue entonces que su orientación en pro de la defensa de los trabajadores se manifestara en el gusto por hacer teatro socialista o proletariado que llegaba de Europa. Después conocería a Mariano Azuela, llegó a sus manos el texto dramático Los de abajo y lo llevó a escena. Al mismo tiempo se acercó a los grandes maestros de la literatura española como Lope de Vega y Cervantes, los que lo cargaron de letras, retórica, poesía y metáforas. Fue entonces tiempo para ir más hacia el Norte de México.
La mente creativa del joven Rascón Banda no era de un sólo y simple pensamiento no únicamente original y diferente por creer en ideas políticas diferentes, era simple y llanamente el “Estar entrenado para percibir los cambios, mantener una perspectiva polifacética, o lo que es lo mismo, diestro para ver las cosas desde múltiples esquinas. Siendo tradicional, conservador y a la vez, inconformista, rebelde e iconoclasta” (Rodríguez, 2002), no era sólo una mente generadora de nuevas y libres ideas y de conceptos o la asociación de ellos; la creatividad y las personas creativas son reconocidas por entidades, aceptadas por la sociedad como una solución, producto o personalidad diferente e innovadora, y así es como se fue posicionando en el ámbito cultural.
El Norte y la libertad
El joven Rascón Banda celebraba sus gloriosos 17 años de vida, entre hippies y rock and roll, entre emblemas de “amor y paz” de los años sesentas en Ciudad Juárez, Chihuahua. La que él siempre consideró su segunda ciudad más ponderada. Por fin y con ese espíritu recargado de ideas, emociones, sentimientos y experiencias significativas arriba a la frontera más cosmopolita e intercultural del país. El sentido de frontera y de norte toma relevante importancia en la vida estudiantil y social del estudiante preparatoriano.
Frontera entre la libertad y la opresión, entre la moral y el libertinaje, entre el país más poderoso del planeta y un país en vías de desarrollo, pero abundante en cultura. Frontera entre la vida y la muerte de los ilegales, de los mojados que no encuentran su norte, su sueño americano.
El sentido y sentimiento de libertad se hacen presentes en la vida cotidiana y creativa de Rascón Banda quien se prepara en los conocimientos del derecho penal, civil y otros aspectos de la jurisprudencia romana. En este Norte, él encuentra una frontera sin moral, un lugar donde expresar muchas de sus ideas de libertad de pensamiento y de esperanza.
Su preparatoria ubicada en este lugar tan especial en la historia de México, al recuperar los terrenos del Chamizal, donde algún día fueron ocupados por los estadounidenses y que en esos mismos años regresaran a los juarenses, gracias a las gestiones y diplomacias realizadas desde los tiempos de Don Benito Juárez. Este hecho histórico lleva a Rascón Banda a definir su orientación hacia su septentrión como abogado, a sus sentimientos de nacionalidad, patriotismo, mexicanidad, identidad española como sus raíces, su forma de ser y ver la vida.
Atrapado en este paisaje fronterizo “Paso por el Norte” entre paredes y recuerdos de su preparatoria, viejo edificio conocido anteriormente como “La cárcel de los mojados”, lo llevó a escribir una obra para acreditar una de sus materias y que respondía a parte de sus inquietudes sociales, la vida de aquellos que se quedaron atrapados en esta ciudad y de aquellos que sí logran cruzar las líneas políticas territoriales, obra que tituló Los ilegales y que años más tarde se considerará una de sus obras teatrales más importantes en las aulas de estudiantes de teatro y de derecho, en las universidades del país. Por ende, sus inquietudes crecen y ahora su incansable brújula de incesante manecilla le apunta hacia la gran capital del país… termina sus actividades en la gran frontera y parte hacia la Ciudad de México.
Rascón Banda no sólo utilizaba su creatividad para resolver problemas lógicos y racionales, sino para conectarse con el Yo interior y percibir los objetos, las acciones, el entorno y las personas de una manera distinta, para aventurarse a ir contra la corriente y la lógica para explorar nuevos caminos. “El creador ve y observa lo que todos, pero encuentra un nuevo vértice que lo lanza a buscar nuevas formulaciones” (Rodríguez, 2002), es por esta razón que se le considera como un excelente formulador de ideas, para encontrar soluciones necesarias que respondieran de manera creativa a su problemáticas inmediatas, que luego elevaría a rango de literatura dramática.
En el centro del país… el Norte simbólico
Estudiar seguía siendo primordial para Rascón Banda. Ingresa a la UNAM y para cubrir muchos gastos, trabaja como pasante, logrando prestar sus servicios en el CONACYT, institución educativa en la ciencia y la tecnología que lo llevara, por sus dotes intelectuales, a viajar a muchos países de Europa, enriqueciendo así su capital cultural en ese maravilloso encuentro con otros mundos del viejo, pero ilustrador, continente tan añorado en su maraña de recuerdos.
De nuevo en la Ciudad de los Palacios, da pasos más seguros y busca sin saber a ciencia cierta, su Norte en las letras. Nunca pensó ser dramaturgo, es más, a esa altura de su carrera profesional no creía que fuera a dedicarse al arte dramático. Siempre consideró el teatro algo natural, pero no algo verdaderamente profesional entre sus facetas y dotes intelectuales. Todavía no encontraba el septentrión que lo llevaría al Olimpo con las musas, hijas de Zeus y Mnemosine, a plasmar en su creación artística, los sucesos dramáticos de su inspiración.
En plena carrera de derecho, forma su propio grupo de teatro para llevar a escena la dramatización del programa académico de tres materias muy significativas para él, programas relacionados con la jurisprudencia romana y que podían ser llevadas a escena con personajes y hechos muy cercanos a la realidad a manera de simulacro. Tres materias académicas difíciles y tres obras de teatro musical que engarzar entre letras, creatividad e inteligencia: “Noles Bolens”, “De lo que aconteció a Litigonio con su amigo Fraudonio y su esposa Prudenciana” y “Las fuentes del derecho”. Fueron tan exitosas que, auspiciados por la rectoría de la UNAM, los llevaron en giras artísticas por muchas facultades de derecho y artes del país para dar clases y conferencias con las obras de teatro, inclusivo estuvieron en televisión con Jacobo Zabludowsky a quien se le hacía muy raro el trabajo e idea de los muchachos de teatro y derecho legal.
Todo esto lo coloca en la mirilla de los verdaderamente dedicados a las letras y al teatro. Pronto los rumores y el prestigio de aquel joven con luz propia llegarían a oídos de los críticos en el campo del quehacer teatral más importante del país. La creatividad según Gardner (1995) representa un juicio comunitario inevitable, depende en última instancia del dictamen, de la crítica de la comunidad. Es invitado, por los reconocidos Héctor Azar y Enrique González Casanova, a participar como escritor en el Centro de Arte Dramático, ubicado en el famoso Coyoacán de la Ciudad de México, en donde acudió casi un año después de manera insegura, pues no sabía exactamente qué ocurriría, pues sólo quería acercarse al cine y no al teatro.
Curioso e inquieto por los nuevos saberes es atraído por el título de una convocatoria “Seminario de creación dramática de Vicente Leñero” en ese mismo lugar, el CADAC. Se acercó pero no fue recibido, pues el cupo era limitado y ya estaba saturado por mujeres y hombres con amplia trayectoria que lo aventajaban en experiencia y campo. Tiempo después en un día de suerte logró ingresar.
Ahí se relacionó y escucho a grandes escritores que iniciaban sus carreras en el arte dramático, pero con gran ventaja a diferencia del recién llegado del Norte del país. Grandes pensadores y constructores de historias dramáticas expusieron sus más recientes propuestas en viva voz. Impresionado Rascón Banda con Jesús González Dávila, Sabina Berman, Leonor Azcárate, el mismo Vicente Leñero y otros genios de la pluma se cuestionó al grado de pensar “Bueno, en medio de quién estoy, yo soy un pobre imbécil” (Peláez, 1983), abrumado pero consciente de sus miedos y carencias, reconoce ser un aprendiz de dramaturgo o de humilde aspirante a guionista de cine, quizás su orgullo norteño lo hizo pensar, casi en voz alta, su nivel de inferioridad ante aquellos expertos escritores ya correteados en sus propios Nortes. Cualquier iniciado tiene estos reflejos.
Sus ideas de escribir apuntaban hacia el guión cinematográfico y no a la estructura dramática. Asustado pero insistente, alumbrado por las grandes carteleras cinematográficas de Vicente Leñero y Hugo Argüelles por todos los cines de la gran capital, decide entrarle al furioso septentrión de frente. Usa de nuevo su capacidad creativa para enfrentarse al problema de manera decidida, buscando soluciones originales, útiles y distintas a las otras en su tipo, acertando según la teoría de Gardner, pues Víctor Hugo siempre aceptó el contexto cultural en que se desarrolló. Toma su humilde polito de rayas en blanco, lápiz y a fluir sus primeras imágenes que plasmaría pronto entre códigos lingüísticos, nudos y peripecias. Su estudio, una estación de autobuses, un paradero donde pronto llegaría el camión para llevarlo por un viaje perdurable hacia su gran Norte.
En tres días aparecen como fantasmas salidos de las viejas minas de Santa Rosa, sus primeros personajes, sus primeros recuerdos borrosos de arrieros rarámuris, mineros, extranjeros y mujeres simbólicas que darían vida a la mundialmente conocida obra de teatro Voces en el Umbral.Días inmediatos y frente a Leñero y todo ese grupo de expertos en teatro, lee cuidadosamente su escritura. “El que pretenda crear ha de ser consciente de la tradición y modos de pensar de cada época, puesto que ella continúa en el presente de cada uno de nosotros” (Rodríguez, p.20), como era de esperarse, entre críticas inocentes y justificaciones inteligentes, entre cometarios temblorosos y felicitaciones precipitadas Rascón Banda salió avante y con un entusiasmo más claro. Leñero lo encamina hacia el entendimiento de que el teatro escrito así se construye y que sólo hay que dejar fluir las ideas, le muestra una convocatoria que en sus momentos lanzaba la prestigiada Sociedad General de Escritores de México, a uno de sus primeros concursos de teatro.
Rascón Banda decide entrar al concurso. No gana el premio pero sí recibe una mención especial con grado honorífico que lo estimula a seguir adelante y más porque llevaban las alentadoras observaciones de los grandes hacedores teatrales como Luis G. Basurto, Rafael Solana, el mismo Leñero, Willebaldo López y José María Fernández Unsaín, entre otros.
Los individuos creativos se caracterizan por combinaciones poco habituales de inteligencia y personalidad, por lo cual resultan esenciales las circunstancias en que trabajan y las reacciones del grupo que le rodean. “El fracaso no le asusta, sino que trata de hacer las cosas de otra manera, cambia la forma de pensar, la búsqueda de la verdad en ese campo determinado, y no oculta sus errores: es íntegro” (Rodríguez, p. 11) así que Rascón Banda con ciertas dudas sobre su verdadero interés por la escritura teatral toma el rumbo pensando en el Norte europeo y la envía al Concurso Internacional de Teatro“Tirso de Molina” de España, donde queda como finalista. Es entonces cuando abre claramente su visión y aclara sus dudas.
Para Víctor Hugo Rascón Banda fue muy importante entender que escribir teatro sería fácil a partir de este punto cardinal, poniendo en práctica todo aquello bien aprendido desde niño, el redactar claramente una oración, una frase, un acta, un texto. El asunto aquí radica en que debía mantenerse activo creativamente y desarrollar las ideas en proyectos de vida, finalmente “Permanecer sumamente creativos es más fácil en las artes que en las ciencias” (Gardner, 1995), pero sin dejar atrás lo atractivo del mundo de las leyes. Ahora todos sus sentidos estaban virando allende de las fronteras. Hacia el mundo entero.
Víctor Hugo seguro de sí mismo empieza a despedirse del joven aprendiz entendiendo de que “La creación está empapada tanto del pasado como del tiempo presente, con sus valores culturales, sociales y del grupo en el que se vive. El arte está relacionado con experiencias universales, con preocupaciones primordiales; y fructifica en un adecuado balance entre lo consciente, lo inconsciente, lo biográfico y lo arquetípico” (Rodríguez, p. 17) para irse internado poco a poco al estado de madurez, del maestro que ha incubado miles de códigos lingüísticos, morales, iconográficos, etimológicos y estéticos.
Va encontrándose con su verdadera vocación y su objeto de vida, escribir para los demás, denunciar las injusticias que sufren los otros por los otros. Gardner define a la palabra inteligencia para denominar las diferentes estructuras que conforman el desarrollo del hombre, acuñando el término de Inteligencias Múltiples para explicar las distintas áreas a trabajar de las aptitudes de cada persona. Así que este dramaturgo norteño de capacidades intelectuales lingüísticas, para las bellas artes e interpersonales, pronto entrará por la puerta grande del campo simbólico de los dramaturgos, a menudo canibalesco, pero profundamente filosófico y necesario en el desarrollo de un país como México.
Su Norte Universal
Sin duda alguna su teatro es para denunciar, para criticar, para gritar todo lo relacionado con las injusticias. Este personaje norteño construye relatos y reconstruye hechos vividos en su infancia y juventud. Arma hechos, sucesos y secretos que guardaba desde pequeño. Es como el “periodismo donde se revela lo que los otros no quieren que se sepa, lo demás es propaganda” tal y como lo acuñara Horacio Verbitsky.
Y entonces a denunciar. Rascón Banda inicia una larga y brillante carrera por el mundo de los dramas. Surgieron de su pluma obras con temáticas profundamente hirientes para muchos personajes, instituciones y sistemas simbólicos muy delicados en el México contemporáneo, “Parte del público, algunos críticos, periodistas y políticos, en tiempo presente y en el pasado, viven la expresión creadora como si de una interpretación salvaje se tratara, por eso mismo lo aíslan y hasta, si pudieran, acabarían físicamente con ella, como de hecho ha sucedido” (Rodríguez, 17), momento en que aparecen de la nada los detractores del dramaturgo duro en sus palabras, los que de inmediato atacaron su persona y sus contenidos. Su ámbito es definitivamente un margen para poner en claro sus letras teatrales. Muchas de sus obras fueron excluidas de los escenarios o simplemente prohibidas para los directores universitarios.
Sus temas van desde la violación de los derechos humanos a menores de edad hasta los ancianos e indígenas tarahumaras, siempre presentes en sus escritos; el narcotráfico terrible y despiadado, los tristes migrantes atrapados en sus sueños, mujeres despojadas de sus fortalezas y denigradas por la misoginia, la corrupción de los sistemas establecidos en México, los fantasmas extranjeros que entran y cuando se van se llevan todo. “Todo pensamiento creador trata de encontrar regularidades y armonía estructural en la configuración del mundo” (Rodríguez, p. 21) este estado mental de fluidez le permite a Rascón Banda irse colocando en la mira de propios y extraños en el campo político, educativo y judicial, pues atacó con firmeza y claridad a estos sectores y estructuras setenteras postrevolucionarias que han mantenido al pueblo mexicano en estado anestésico.
La superestructura generadora del estado creativo, según Gardner (1995), de Rascón Banda empieza a cerrarse en el momento en que sus aportaciones tienen un impacto social y político profundamente en la vida cotidiana del país. Su nombre encabeza portadas de revistas importantes en estos ámbitos, los teatros suben a escena las obras más sobresalientes de fuerte contenido cultural, las aulas universitarias del derecho y la dramaturgia reconocen su poderío académico y didáctico, le rinden culto y le ofrecen cargos públicos, privados y artísticos en instituciones claves para el desarrollo escénico del país.
La persona creativa cuando es reconocida como tal, genera un compromiso con su obra, la autosuperación es constante, las metas son cada vez más exigentes y arriesgadas, las barreras se van rompiendo y se empieza por descubrir la oportunidad de encontrar relaciones completamente absurdas entre objetos que nada tienen que ver uno con el otro, “La obra conseguida es la representación de la experiencia finalmente organizada y su expresión en el lenguaje del logro. Las experiencias sensoriales han de ordenarse mediante el pensamiento y la técnica de cada disciplina, y las diversas formas logradas de exteriorización de la experiencia emocional” (Rodríguez, p. 19) por ello Rascón Banda llega a la Academia Mexicana de la Lengua, luego de pasar por la presidencia de la Sociedad General de Escritores Mexicanos, en donde dejó ver su personalidad muy sobresaliente en todos los ámbitos de la cultura y las ciencias. Su gran capacidad para sobresalir de los demás dramaturgos es notoria a partir del reconocimiento que le ofrecen destacadas universidades del mismo campo pero de ámbitos del extranjero.
El septentrión funesto: el último
Y como todo ser humano, el dramaturgo de carne y hueso, de mente brillante y espíritu fuerte, tuvo sus nortes oscuros, lúgubres, nocturnos tristes pero siempre orientado. En su septentrión maduro recibe de la naturaleza un llamado urgente a transformarse o a desaparecer por una fuerte enfermedad, que le anuncia su muerte cercana, lo que lo lleva rápidamente a ajustar su brújula y aclarar todas sus dudas sobre su septentrión sublime, trascendental, su apoteosis, elevación creativa hacia las letras que cambiaría la mente de muchos teatristas del país y del planeta. Fue el momento de preguntarse: ¿Por qué a mí? Y responderse: El cáncer da cuando uno no es feliz.
¿Es ese momento cuándo se encuentra en el umbral de su último Norte? ¿El qué lo alumbraría como un rayo de esperanza entre auroras boreales, en su mensaje del Día Mundial del Teatro? “El creador ha dado un largo rodeo, quizá ha sufrido y gozado, pero ha modificado su personalidad y todo ello le ha conducido a comprender, ver, y por lo tanto, a expresar cosas de su interior tan profundas que son de todos nosotros, de ahí la necesidad de defendernos del talento de los creadores trabándolos a su biografía o circunstancias vitales” (Rodríguez, p.17) ¿Es cuándo se consagra en el campo letrado de la tragedia y la comedia? Creo que es el momento de encontrarse con él mismo, con Dios, con los enemigos, con sus muertos, con sus angustias, con los vivos que lo quieren, con aquellas dudas existenciales, de reconciliarse con sus odios y las injusticias sociales de su sistema simbólico.
Vació todo su potencial creativo, experiencia, ideas reprimidas, gritos mudos y malestares en los últimos textos dramáticos y que es posible estuvieran caóticos en su ser porque “Escribir una obra supone trabajar un cuerpo de datos, aglomerar información con la pretensión de dejar algo sentado y esclarecido. Pero esto no se hace sin partir de una inquietud, de un propósito, de emociones y estados de la mente a las que suelen llamarse fases de preparación, de inmersión en lo que ya se sabe, incubación, a la vez que se va evaluando lo de otros y lo propio, lo que se quiere y lo que no” (Rodríguez, p. 23) y que sin embargo post mórtem lo posicionaron en lo más alto de la dramaturgia nacional y sin duda alguna, en los contextos europeos, sudamericanos y otros rincones del quehacer teatral, en donde llega a un gran número de escenarios.
Quizás no concluyó toda su obra emprendida desde pequeño, pero sí logra otorgar a los mexicanos un importante legado escrito, por lo cual es de suma obligación moral y ética la consulta y redescubrimiento de su personalidad más secreta y creativa atrapada entre las fauces de los septentriones veloces que lo han llevado a viajar por muchos espacios imaginarios, virtuales, fantasiosos, oníricos y del realismo contemporáneo.
Sólo faltó tiempo y salud corporal para encontrar más soluciones a sus fantasmas. Tal vez valió la pena tanto tiempo invertido en su creación dramática en sus últimos años de vida, según se acuña de manera muy cierta que “Crear es menguar durante un tiempo otros intereses, vida social, lecturas o acontecimientos que nos desconcentren […] Tenaz congregación de facultades fuera de lo usual, necesarias para rastrear todo lo que se pueda del campo en que se está indagando hasta barruntar lo naciente” (Rodríguez, p. 23) pues su mente creativa estaba llegando a puntos irreversibles de gritarle más fuerte y contundentemente al mundo con sus composiciones dramáticas los sufrimientos de sus tarahumaras, de los llantos y dolores de sus más entrañables y queridas mujeres, de sus pesares e impotencias de ver tanta crueldad e injusticia hacia los niños.
Indudablemente que Víctor Hugo Rascón Banda fue un ser creativo completo y versátil por lo que “Las obras están llenas de contenidos de la propia personalidad, de la propia identidad declarados en ellas, pero mucho más del conjunto de la sociedad, de partes de ésta que aparecen como objetos exteriores y, que luego, en un proceso de ida y vuelta, vuelven al interior para retornar al exteriorizarse de nuevo en forma de comunicación creadora de sentido. O dicho de otra manera, el [creador] testimonia lo que somos, pues ha arribado a aquello común a cada cual, cada obra transforma, permuta y define” (Rodríguez, p.24) hombre de múltiples inteligencias muy aplaudidas por sus más íntimos amigos y familiares, recocidas por los hombres más ilustres que supieron, tarde, quién era profundamente el abogado de los derechos de autor, del escritor teatral del norte de México, del representante de la dramaturgia contemporánea más importante de los últimos 20 años.
Las obras de Rascón Banda se puede encontrar clara e inteligentemente plasmada en sus 55 obras dramáticas, en su narrativa, guiones de cine y de televisión, así como en sus ensayos académicos entre muchos otros productos artísticos y culturales legados por su pluma, papel y ser, atrapados en el compendio del pensamiento hermenéutico y semiótico que vivió el maestro dramaturgo y que según Rodríguez Piedrabuena concluye en la p. 24 de su teoría La Mente de los Creadores “Antes, durante y después del proceso creador, se han aguzado los sentidos, se ha ampliado y modificado la percepción. Y ya con sensibilidad ampliada se comprende no solamente la materia sobre la que se escribe, sino muchas otras, por ejemplo, de lo social, lo político” por lo que de haber seguido vivo y con gran entusiasmo por la vida seguramente, en este preciso momento, estaría en lo más alto del septentrión cósmico, en la Osa Mayor. QEPD.
Bibliografía y fuentes consultadas:
Bourdieu, Pierre. ¿Y Quién Creo a los Creadores?. Conferencia impartida en la
Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas en abril de 1980. (Epígrafe 17 del libro Cuestiones de Sociología, 1999, Editorial Istmo, Madrid).
Csikszentmihalyi, Mihaly. Aprender a Fluir (Finding Flow). Primera Edición 1998
Quinta Edición 2007. Editorial Kairós, S.A. España 2007.
De la Riva, Juan Antonio. Biografía documental de Víctor Hugo Rascón Banda
Gardner, Howard. Mentes Creativas: Una Anatomia de La Creatividad (Creating
Minds. An Anatomy of Creativity). Primera Edición en la colección “Testimonios”, 1995. Primera Edición en la colección “Transiciones”, 1998. Ediciones Oaidos Ibérica, S.A.
Mijares, Enrique. Compilador. Umbral de la Memoria. Teatro completo de Víctor
Hugo Rascón Banda. Instituto Chihuahuense de la Cultura, 2010. Programa Editorial de Gobierno del Estado de Chihuahua. Tomo I: La construcción de lo femenino. Tomo II: Mitos y Sueños. Tomo III: El teatro del crimen. Tomo IV: La vocación Social. Tomo V: Otras voces, otras fronteras. Chihuahua, Chih; México 2010.
Peláez, Silvia. Oficio de dramaturgo. Primera Edición: 2002. Editarte, 2002. Apoyos:
CONACULTA y BBVA-Bancomer. México, D.F.
Rascón Banda, Víctor Hugo. Demiurgo de una teatralidad sin Fronteras Mensaje del
Día Mundial del Teatro: Apaches.Primera Edición: 2007. Instituto Chihuahuense de la Cultura. De la Colección Rayénari. Editorial de Gobierno del Estado de Chihuahua. Chihuahua, México 2007.
Rodríguez Piedrabuena, José Antonio. La Mente de los Creadores: Un Estudio de
los Procesos Creativos desde la Neurociencia y la Psicología. Primera Edición: 2002 Editorial: Biblioteca Nueva. España 2002.
RASCÓN Banda, Víctor Hugo Uruáchic, Chihuahua, 1948 | |
| Colección IMCINE |
ramaturgo, crítico teatral, guionista y argumentista de cine. Nació en Uruáchic, Chihuahua, el 6 de agosto de 1948. Es profesor egresado de la Escuela Normal de Chihuahua y estudió la especialización en Lengua y Literatura Españolas en la Escuela Normal Superior José Medrano. Más tarde se trasladó a la Ciudad de México donde obtuvo el doctorado en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Víctor Hugo Rascón Banda realizó estudios de dirección teatral con Héctor Azar y de creación dramática con Vicente Leñero en el Centro de Arte Dramático, A. C. (CADAC). Asimismo, perteneció al taller de dramaturgia de Hugo Argüelles.
Ha combinado su desempeño en la docencia, en la administración pública y en la iniciativa privada con la carrera literaria. Ha sido profesor del sistema escolar de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), en la Facultad de Derecho y en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue subdirector de la Dirección de Asuntos Jurídicos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), subdirector de administración del Banco Aboumrad y director corporativo de Banca Cremi. También ha sido columnista en la revista Proceso.
Ha sido miembro de la Comisión de Artes y Letras del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNA) y del Consejo Consultivo del Instituto Mexicano de Cinematografía. En 1999 se convirtió en presidente de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), tras la renuncia de Luis Reyes de la Maza. Un año más tarde se confirmó en su cargo al ser electo para el periodo 2000-2004.
Rascón Banda comenzó su carrera literaria escribiendo poesía y obras teatrales. En 1974 su obra Nolens Volens (Dir. Víctor Hugo Rascón Banda) lo hizo merecedor del primer lugar como autor y director en el Concurso Obras de Teatro convocado por el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana. En 1979 Voces en el umbral fue finalista del premio Tirso de Molina de España y recibió diploma de honor en el concurso de teatro organizado por la SOGEM. Ese mismo año se estrenaron Los ilegales (Dir. M. Luna) y La maestra Teresa, con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro Ramón López Velarde otorgado por el Gobierno de Zacatecas. En 1981 escribió la obra Tina Modotti (Dir. Ignacio Retes, 1982) que se hizo merecedora del premio Nuestra América de las universidades de Puebla y Sinaloa. Armas blancas (Dir. Julio Castillo, 1982) recibió el Heraldo y el Premio de la crítica teatral Xavier Rojas, como el mejor teatro de búsqueda. El baile de los montañeses (Dir. M. Luna, 1982) obtuvo el Premio de teatro en el X Festival Internacional Cervantino.
Otras de sus obras son: Máscara vs. Cabellera (Dir. M. Luna, 1985); Manos arriba (Dir. R. López Miarnau, 1986); Cierren las puertas (Dir. E. Pineda, 1988); Playa azul (Dir. R. Quintanilla, 1990); Luces de Thermidor (Dir. B. Bert, 1990); Contrabando (Dir, E. Pineda, 1991) que fue premiada por la Unión de Cronistas y Críticos de Teatro (UCCT); El criminal de Tacuba (Dir. R. Quintanilla, 1991); La casa del español (Dir. E. Pineda, 1992), nueva versión de Voces en el Umbral que recibió los premios Juan Ruiz de Alarcón y Rodolfo Usigli; Fugitivos (Dir. R. Zermeño, 1992); Alucinada (Dir. B. Bert, 1992); Sabor de engaño (Dir. J. Ostrosky, 1993); El caso Santos (Dir. R. Amabisca, 1993-1995) y Homicidio calificado (Dir. E. Pineda, 1994), nueva versión de El caso Santos.
Víctor Hugo Rascón Banda también ha incursionado en el ámbito cinematográfico. Comenzó siendo coguionista de la película Días difíciles (Dir. Alejandro Pelayo Rangel, 1987), que obtuvo en 1988 el Ariel al mejor argumento original y la Diosa de Plata a la mejor historia escrita especialmente para el cine. Fue coguionista de la cinta Morir en el Golfo (Dir. Alejandro Pelayo Rangel, 1988-1989), historia basada en la novela homónima de Héctor Aguilar Camín y que se hizo merecedora en 1990 de tres Diosas de Plata por mejor película, guión y dirección y, en 1991, del premio a la mejor película en el Festival de Trieste, Italia.
En 1989 escribió en colaboración con Jesús González Dávila el guión de la película Jóvenes delincuentes (Dir. Mario Hernández, 1989). Más tarde, creó los guiones de la cintas Playa azul (Dir. Alfredo Joskowicz, 1991), inspirado en la obra teatral homónima de su autoría y El hijo del Santo en el poder de Omnicron (Dir. Miguel Rico, 1991). También escribió el cortometraje Que viva México (Dir. Alejandra Islas, 1991).
Rascón Banda escribió una autobiografía titulada De cuerpo entero: el último acto, publicada en 1990 por la UNAM y la Editorial Corunda. Su novela Contrabando obtuvo el premio Juan Rulfo, en 1991. Sus obras teatrales Manos arriba, La fiera del Ajusco (1984) y Máscara vs. Cabellera se publicaron en 1985 bajo el título Teatro del delito por Editores Mexicanos Unidos.
En el ámbito televisivo fue coautor de la serie Nosotros los Gómez.
Su obra se ha traducido a otros idiomas, se ha representado en el interior de la República, así como en diversos países.
Producto de su experiencia en el ambiente cinematográfico, el autor comentó: “Me parece que una falla del cine nacional es dejar las películas totalmente en manos del realizador. Esta excesiva confianza en el director de la película ha derivado en estructuras dramáticas frágiles, por lo que las anécdotas de nuestros filmes son poco creíbles... Sin embargo, debemos reconocer que la división del trabajo es sana. Ahora al lado de los grandes directores hay grandes escritores. Nuestra época nos exige ser profesionales en una especialización”. (La principal falla de nuestro cine es confiar sólo en el realizador. Por Eduardo Salvador. El Heraldo, sección espectáculos, 11 de enero de 1997. P. 29)
http://escritores.cinemexicano.unam.mx/biografias/R/RASCON_banda_victor_hugo/biografia.html
Obras de teatro estrenadas:
1974 Nolens Volens
1975 Fuentes del derecho
1976 De lo que aconteció a Litigenio y a su esposa
Prudenciana con Fraudonio
1979 Los ilegales
1982 Armas blancas (El abrecartas, La navaja, La daga)
1982 El baile de los montañeses
1983 Tina Modotti
1984 Manos arriba
1984 Voces en el umbral
1985 Máscara contra cabellera
1985 La fiera del Ajusco
1986 Ah, la ciencia (adaptación)
1987 El machete
1988 Cierren las puertas
1988 Querido Diego, te abraza Quiela (adaptación)
1989 Playa azul
1990 Luces de termidor
1991 Contrabando
1991 El criminal de Tacuba
1992 Alucinado
1992 Fugitivos
1993 Sabor de engaño
1993 El caso Santos
1994 Homicidio calificado
1995 Cada quien su vida (adaptación)
1995 Los ejecutivos
1995 Veracruz, Veracruz
1995 Póker de reinas
1996 Tabasco negro
1996 Por los caminos del sur
1997 La banca
1997 El otro Bob Dylan (adaptación)
1998 La Malinche
1999 La mujer que cayó del cielo
2000 La isla de la pasión
2002 El ausente
2003 Ahora y en la hora
2003 Sazón de mujer (Desazón)
2003 El diván
2004 Hotel Juárez
2005 El deseo
2005 Apaches
2005 Cautivas
2005 Mujeres que beben vodka
2005 Los niños de Morelia
2007 Table dance
Sin estrenar:
La maestra Teresa
El edificio
La víbora
Guerrero negro
Balún Canán (adaptación)
Economía del crimen (adaptación)
El muchacho azul (adaptación)
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