El Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de Educación, Cultura y Deporte y el Instituto Chihuahuense de la Cultura tiene el honor de invitarle a la Conferencia y presentación del libro:
1915 México en guerra
El año clave de la Revolución Mexicana, contado de la mejor manera posible.
Paco Ignacio Taibo II
Autor: Pedro Salmerón
Presenta: Jesús Vargas
4 de julio a las 18:00 horas
Museo de Arte Contemporáneo Casa Redonda
Pedro Salmerón
Es licenciado, maestro y doctor en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiene estudios de posdoctorado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ha escrito seis libros y la introducción y edición de diez más; ha publicado 27 artículos académicos y capítulos en libros colectivos, además de numerosos textos y artículos de difusión sobre la historia y la historiografía de México en los siglos XIX y XX. Ha impartido más de un centenar conferencias en diversos foros y congresos y difundido sus trabajos históricos en programas de radio, revistas, artículos de periódico, documentales cinematográficos y guiones museográficos. En 2011 recibió el premio Jóvenes Científicos en el área de Humanidades de la Academia Mexicana de la Ciencia. Actualmente es profesor de tiempo completo del Instituto Tecnológico Autónomo de México, profesor de asignatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, articulista de La Jornada e investigador nacional nivel 1.
Celaya, 6 de abril de 1915
Pedro Salmerón Sanginés
El 6 de abril de 1915 se encontraron frente a frente en el campo de batalla los soldados de dos formidables caudillos: Pancho Villa y Álvaro Obregón. Corría el quinto mes de la guerra civil que enfrentaba a los vencedores de la revolución (que destruyó entre 1910 y 1914 al régimen porfirista). Los ejércitos de la Convención (villistas y zapatistas) habían obtenido importantes victorias en Puebla, Coahuila, Jalisco y Guanajuato, pero sin lograr destruir ninguna de las columnas carrancistas. Mientras, Obregón avanzó desde Veracruz con contingentes frescos e intenciones claras: separar físicamente al villismo del zapatismo y reducir el espacio vital de los convencionistas.
Pancho entendió a la perfección el desafío planteado por el avance del sonorense, como se lo explicó a Emiliano Zapata en una larga carta fechada el 18 de marzo, donde le cuenta “todos los trabajos que he emprendido desde que nos separamos”, y presenta los datos fundamentales que preceden a las batallas del Bajío: la creciente dificultad para conseguir material de guerra, el agotamiento de los recursos económicos, la imposibilidad para ayudar debidamente al esfuerzo de guerra zapatista y, sobre todo, la angustia, la sensación de que el tiempo se agota, de que juega cada vez más rápidamente en favor de los carrancistas. Villa entendió la necesidad de detener a Obregón y volver a enlazarse con los zapatistas, a quienes en la misma carta apremiaba a que recuperaran la ciudad de México (cosa que, de hecho, ya habían hecho los surianos).
El Centauro discutió sus planes con Felipe Ángeles, quien trató de convencerlo de no presentar batalla en el Bajío y diferir el encuentro, para que Obregón extendiera su línea de abastecimientos hasta que los zapatistas pudiesen cortarla. Villa lo escuchó atentamente, pero respondió que no podía esperar y que se echaría inmediatamente sobre Obregón. Según Villa, Ángeles no consideraba que la caída de Irapuato en manos de Obregón le permitiría unirse con los 15 mil hombres que los generales Diéguez y Murguía tenían en Jalisco; tampoco, la creciente angustia económica del mando confeccionista.
Por eso, el 6 de abril Villa lanzó sus fuerzas (como un huracán, pero no mediante cargas de caballería) contra las defensas de Obregón, iniciando así una serie de batallas que desde ese día hasta el 5 de junio, y desde Celaya hasta León (112 kilómetros en línea), terminarían por decidir la suerte de la guerra en favor de los carrancistas. Al iniciarse estas batallas, hoy hace 100 años, los contingentes movilizados por Villa y Obregón eran una pequeña fracción de los ejércitos contendientes: al mismo tiempo, unos 10 mil carrancistas defendían contra los zapatistas la vía que comunicaba al ejército de Obregón con el puerto de Veracruz. Diez o 12 mil villistas de Fierro y Contreras sostenían en Jalisco el frente occidental. Otros tantos, mandados por Urbina y Chao, intentaban apoderarse de la zona petrolera. Desde Monterrey, Felipe Ángeles envió tres columnas contra Nuevo Laredo, Matamoros y Ciudad Victoria. Además, se combatía o se había combatido en semanas recientes en el Distrito Federal, estados de México, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, San Luis Potosí, Campeche y Yucatán. Pero ya en mayo había en los campos de batalla del Bajío más de 30 mil hombres por bando y en los demás frentes las operaciones se habían suspendido o reducido al máximo, pendientes todos sus hombres de lo que ocurría en el corazón de la República.
En los campos de batalla se impusieron los carrancistas, pero los vencidos obtuvieron una victoria en la derrota, pues don Venustiano ya no pudo imponer su proyectada modernización del porfiriato: la izquierda del constitucionalismo, que dominó el Congreso Constituyente y tomaría el poder en 1920, entendió que tenía que hacer suyo parte del programa de los vencidos si quería detener la revolución social y consolidarse en el poder.
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Cuentan que la historia la escriben los vencedores. Durante 20 años he rechazado esa frase, porque como historiador sé que los derrotados también cuentan su versión. Sin embargo, la historia de la derrota de la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur ha sido contada, durante décadas, siguiendo el guión diseñado por quienes los vencieron; por quienes tenían que destruir lo que representaban para imponer el modelo político bajo el cual vivimos. La versión de los vencedores arranca con la premisa de que Zapata y Villa, con todo a su favor, perdieron porque no tenían un proyecto nacional ni una estrategia para ganar la guerra. Tras casi 20 años de investigación de archivo, de caminar los campos de batalla, de preguntar y preguntarme, encontré que quizá las cosas fueron de otro modo. Lo expongo detalladamente en mi reciente libro 1915: México en guerra.
http://laopcion.com.mx/noticia/99243/presenta-salmeron-el-libro-1915-mexico-en-guerra-en-casa-redonda
Chihuahua.- El Instituto Chihuahuense de la Cultura presentó este sábado el libro "1915 México en guerra", de Pedro Salmerón, quien impartió una conferencia en el evento, y ésta fue aderezada con los comentarios del profesor Jesús Vargas, en Casa Redonda Museo Chihuahuense de Arte Contemporáneo.
Salmerón toca de nueva cuenta temas poco tratados por analistas e intelectuales, a los cuales llama baratos y mezquinos, como Héctor Aguilar Camín, Macario Schettino y otros, a los cuales tilda también de oficialistas y títeres del sistema.
Sin pasar por alto la brutalidad y violencia que implica una confrontación armada, Salmerón aborda la Guerra de 1915 entre constitucionalistas y convencionistas para reflexionar sobre las demandas de justicia de las facciones en pugna y las estrategias y técnicas militares.
Esta es, en la pluma del autor, la Visión de los vencidos. Cuentan que la historia la escriben los vencedores. Durante veinte años he rechazado esa frase y sus implicaciones porque sé que los derrotados también cuentan su versión.
La crónica de los fracasos de la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur ha sido narrada, durante décadas, siguiendo el guión diseñado por quienes resultaron victoriosos; por quienes tenían que destruir lo que representaban para imponer el modelo político bajo el cual vivimos.
La versión de los vencedores, plagada de calumnias historiográficas, arranca con la premisa de que Zapata y Villa, con todo a su favor, perdieron porque no tenían un proyecto nacional.
Tras casi veinte años de investigación de archivo, de caminar los campos de batalla, de preguntar y cuestionarme, encontré que quizá las cosas fueron de otro modo. Pedro Salmerón es licenciado, maestro y doctor en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Tiene estudios de posdoctorado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ha escrito seis libros y elaborado la introducción y edición de diez más; ha publicado 27 artículos académicos y capítulos en libros colectivos, además de numerosos textos y artículos de difusión sobre la historia y la historiografía de México en los siglos XIX y XX.
Ha impartido más de un centenar conferencias en diversos foros y congresos y difundido sus trabajos históricos en programas de radio, revistas, artículos de periódico, documentales cinematográficos y guiones museográficos.
En 2011 recibió el Premio Jóvenes Científicos en el área de Humanidades de la Academia Mexicana de la Ciencia. Actualmente es profesor de tiempo completo del Instituto Tecnológico Autónomo de México; de asignatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, articulista de La Jornada e investigador nacional nivel 1.
"Cuentan que la historia la escriben los vencedores. Durante 20 años he rechazado esa frase, porque como historiador sé que los derrotados también cuentan su versión."
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