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Rufino Tamayo no es el nombre de un museo. Bueno, sí; pero no es lo único que significan esas palabras. Así como hoy existe
Francisco Toledo y la pronunciación de su ser remite directamente a Oaxaca y al orgullo nacional por contar con tan grandes pintores, hubo un tiempo en que todo eso se debía a un solo hombre con apellido de recinto cultural. El maestro Tamayo, nacido en 1899, fue un personaje de la historia mexicana que sentó las bases para mucho de lo que conocemos hoy como artes visuales mexicanas; el tono de sus azules y ocres son esa impresión eterna de sinceridad, de conciencia por el suelo que se pisa, de amor por lo que se hace.
“La obra de Tamayo es una constante bocanada de aire fresco que si bien no fue una pintura contemporánea –en el sentido conceptual y discursivo del término–, expandió la mirada del hacer pictórico para las nuevas generaciones”.
Rufino Tamayo fue un hombre polémico en vida e incluso durante la muerte; sus actitudes frente a la sociedad en ocasiones desencajaban con lo que él mismo pregonaba, sus nexos con la política nacional a veces daban qué pensar, pero la mayoría de esto ya no importa porque su legado es innegable, incuestionable y sumamente relevante. La pintura y sus evoluciones plásticas deben en gran medida al maestro oaxaqueño su vitalidad creciente en un país que si pudiera aferrarse por siempre a las viejas formas, lo haría.
“Sus enseñanzas son posibles de retomar por todos esos jóvenes que en algún momento deciden dedicarse al arte por pretensión, porque creen que entrar a la Facultad de Artes y Diseño o a La Esmeralda es una opción para hacerse más interesantes”.
En ese sentido, la obra de Tamayo es una constante bocanada de aire fresco que si bien no fue una pintura contemporánea –en el sentido conceptual y discursivo del término–, expandió la mirada del hacer pictórico para las nuevas generaciones. Una herencia que hoy deben asumir con cuidado aquellos interesados en llevar a esta disciplina hacia los terrenos de las nuevas prácticas. Cierto es que el maestro no vivió de lleno en la época que introdujo al arte contemporáneo en México, de hecho, murió más o menos por esas fechas; sin embargo, sus enseñanzas son posibles de retomar por todos esos jóvenes que en algún momento deciden dedicarse al arte por pretensión, porque creen que entrar a la Facultad de Artes y Diseño o a La Esmeralda es una opción para hacerse más interesantes.
En realidad, esos consejos alguna vez fueron hablados, rescatados y escritos por el mismo Rufino y se pueden encontrar en la compilación “Textos de Rufino Tamayo”, de Raquel Tibol; recomendaciones que son aplicables en cualquier era y podrían ser incluso la base para cualquier desarrollo artístico que nos preocupe en algún momento. Son siete y cada uno de ellos es crucial para la vida de creador.
1. Partir de la idea de que la pintura es un vehículo propio, personal, de expresión, independientemente de que sea buena o mala.
No te dejes guiar por tendencias, de nada sirve hacer algo que no es tuyo ni dice nada que tú estés experimentado.
2. Trabajar con humildad, es decir, tener el orgullo de soportar el aislamiento, el silencio, la soledad y sobre todo, la dureza del trabajo y las privaciones.
No todo son inauguraciones, fiestas y cocteles; para trabajar de verdad debes renunciar un poco a ello.
3. Pintar no para vivir, sino porque se tiene necesidad de hacerlo.
Sí, es una profesión, pero lo interesante de ella es que no involucra un mecanismo exacto para hacer dinero o para ganar fama, sino para ser en tu obra.
4. No tener prisa.
Apurar las cosas, en rara ocasión sirve de algo.
5. Ser ciego para los obstáculos que colocan en el camino la envidia y la rivalidad.
O por lo menos ser consciente de ello y no dejarte derrumbar. En parte, ser artista siempre tiene un poco de esto.
6. Preguntarse de una vez por todas “¿qué es la pintura?” y estar seguros de la respuesta. Cuando se tiene ya no existen problemas ni peligro de seguir por caminos torcidos. Anteponer los problemas plásticos a todos los demás.
Y la respuesta no se comparte. Esa es propia e intransferible, así se comienza el verdadero trabajo auténtico.
7. No descartar la existencia de otros problemas, ya que puede haber otros valores además de los plásticos. No hay que desdeñarlos ni ignorarlos, pero mucho menos hay que anteponerlos.
Todo, absolutamente todo, nutre tu producción. Pero ten siempre en cuenta que nada va antes que ella.
Ser artista en la actualidad, efectivamente, va más allá de la vida bohemia y del interés desinteresado del arte; las cosas han cambiado de manera extremadamente drástica en los últimos 30 años por lo menos, pero hay cosas que nunca van a cambiar. Y una de ellas es que quienes conformen ese mundo y esos medios del arte deben ser sinceros y comprometidos con lo que hacen; pueden existir personas allí que no convenzan a todos con sus actos, sin embargo, lo llevan a cabo porque son fieles a determinados principios y eso es un punto que inicia todo para su trascendencia. Adaptándonos a las nuevas tecnologías y advirtiendo que las cosas cambian, lee también estas
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