París, Francia
Los especialistas de su obra y de su persona se darán cita en París a partir del día 9, justo cien años después del nacimiento de Simone Lucie-Ernestine-Marie-Bertrand de Beauvoir, icono todavía vigente del feminismo mundial para algunas mujeres y pensadores, figura, también, ampliamente criticada.
Organizado por la psicoanalista y escritora Julia Kristeva en la Universidad París-Diderot, el coloquio reunirá durante tres jornadas de trabajo a intelectuales y biógrafos de diferentes países, entre ellos Claude Lanzmann, Danièle Sallenave, Deirdre Bari y Hazel Rowely.
No está, pues, todo dicho ni descubierto sobre esta intelectual que marcó la vida de miles de mujeres en todo el mundo al defender desde mediados del siglo XX que "no se nace mujer, sino que una se vuelve", porque "el conjunto de la civilización" elabora ese producto "intermediario entre el macho y el castrado que calificamos de femenino".
Fue también la "dama de hierro sartrienne", como le llaman algunos detractores, quien defendió el trabajo como la "única manera que garantiza a la mujer una libertad concreta", pues gracias a él la mujer puede franquear "en gran parte la distancia que le separa del hombre".
Momentos de lucidez como los revelados en estos y otros escritos suyos contrastan, sin embargo, con algunos episodios de su vida y con el contenido de una obra epistolar -su obra maestra, según su colega Philippe Sollers- reveladores de una increíble capacidad de sumisión.
Si intelectuales, realizadores y escritores se volcaron en el recordatorio del nacimiento de esta polémica figura nacional, la prensa tampoco dejó pasar el aniversario, para evocar sus actividades y escritos desde el mejor ángulo, como el diario "Liberation", o de manera rotundamente crítica, como el semanario "Le Nouvel Observatoire".
Ambos medios la muestran sin su eterno turbante, el rotativo con a una fotografía de la célebre feminista bisexual tomada en 1947; el semanario con su última portada ilustrada con su cuerpo desnudo, de espaldas, en casa de un amigo de su amante estadounidense Nelson Algren, captado a principios de la década de los años 50, en Chicago (EEUU), por el fotógrafo Art Shay.
"El Frente Popular, la Guerra de España" tampoco les interesan, "su gran asunto es la filosofía y la escritura, y ellos mismos, por supuesto", insiste el semanario, que recuerda la inactividad resistente de la pareja, considerada, sin embargo, durante décadas, como símbolo de la lucha por la libertad en todo el mundo.
Tampoco se salva en este centenario la memoria de Simone de Beauvoir de que se recuerde la extrema gelidez con la que sólo ya en la década de los 60 empezó por primera vez a defender causas perdidas, como la de la liberación argelina, en particular de las mujeres argelinas maltratadas por el ejército francés.
El testigo es aquí de peso, pues se trata de la intachable abogada, feminista y política de origen tunecino Gisèle Halimi, que fundó con De Beauvoir el movimiento feminista Choisir (Elegir) y con quien defendió, entre otros, el derecho al aborto.
Poco importa, lo fundamental es la obra, mantienen algunos autores, para quienes lo de menos es también la agitada vida amorosa de Simone de Beauvoir, quien en 1943 fue expulsada de la Educación Nacional tras ser denunciada por la madre de una de las numerosas alumnas a las que sedujo desde su cátedra.
En cualquier caso, la precoz e inteligentísima Simone de Beauvoir, será siempre una mujer que intentó romper, con mayor o menor éxito, el molde social de la burguesía desheredada en la que nació, por lo que es todavía hoy "vaca sagrada" y fuente de inspiración de ciertos feminismos.
No de todos, pues algunas camaradas de lucha critican el "pensamiento liberal-libertino" de la "grand sartreuse", así como la rudeza de su discurso contra la maternidad, y, curiosamente, contra las lesbianas, además de temer que su objetivo fuese hacer de la mujer "un hombre como cualquier otro".
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