Así lo consideró el periodista, cronista, ensayista y narrador mexicano, Carlos Monsiváis, durante la presentación del libro “La casa azul de Frida”, celebrada la víspera en Coyoacán.
“Esas muestras dan cuenta del sentir de una presencia masiva vivífica: el contacto de la sociedad con el arte”, opinó Monsiváis.
El escritor refirió que “hay una nueva etapa de la relación de ese gran público con el arte” y agregó que nunca antes había visto la era de las exposiciones con público masivo.
“Es algo que se está dando y que debe mantenerse, porque está ahí un proceso de movilidad cultural que ya es parte de la nueva caracterización del siglo XXI”, aseguró.
Monsiváis subrayó que éste es un momento en el que las exposiciones deben concebirse para las masas, “es un momento en que no todo puede ceder a las leyes del mercado y en donde el atractivo del arte está adquiriendo proporciones multitudinarias”.
Indicó que lo ocurrido el año pasado en el Museo del Palacio de Bellas Artes con la exposición dedicada a Frida Kahlo, fue todo un “espectáculo”.
Eso desató una etapa de la masificación del público por las artes y ahora se está repitiendo con la muestra “Ashes and Snow”, en el Museo Nómada, del Zócalo capitalino.
Sostuvo que las filas para las exposiciones eran bajo la lluvia, no había la seguridad de entrar e incluso había gente que llegaba de las regiones estrictamente a ver la exposición (Frida Kahlo) “y cuando les decían que no iban a poder entrar, caían en la decepción porque sentían que era su derecho a entrar.
De acuerdo con Monsiváis, en Bellas Artes observó a espectadores que ni siquiera están informados, pero para los cuales, la pintura se volvió un derecho visual a lo que no habían tenido acceso, sólo a través de programas televisivos.
“De pronto ahí estaban y les permitía esa posesión instantánea e inesperada, podrían no saber nada de pintura, pero lo que sí sabían es que estaban ante una sucesión de cuadros (en el caso de Frida) que para ellos eran la representación del arte en su poder de imágenes expropiables”, dijo.
Monsiváis declaró que existe la necesidad de entrar en contacto con aquello que, aunque muy publicitado o no, le permite a los espectadores y al conjunto, sentirse en presencia de algo distinto no marcado por la televisión.
Por espacio de 60 minutos, el también ganador del Premio literario Xavier Villaurrutia en 1995, se refirió a la vida y obra de quien es considerada una de las máximas exponentes del autorretrato en México: Frida Kahlo.
Dijo que la enfermedad que padecía la pintora respondió a una lucha, a un rechazo del dolor, “la enfermedad de Frida se volvió una hazaña”, agregó.
“Creo que Frida, la enferma, es fundamental porque pudo transformar su enfermedad, no sólo en voluntad de resistencia que es un caso no muy frecuente, sino en voluntad de persistencia artística”, acotó.
Mencionó que gracias a la enfermedad de Kahlo, la pintura recobró una dimensión personal e íntima que permitía reconocer la grandeza de una pintora y la brillantez de una época. Abordó el vestuario de la pintora, uno de los aspectos que se tocan en el libro editado por el Banco de México.
Afirmó que Frida no era adepta de la mexicanidad, sino era una inventora puntual de la mexicanidad. “Con Frida, el vestuario fue excepcional.
Fue ella quien creó el vestuario y si dicen que esa es la mexicanidad, Frida no se opone, porque está al tanto de que ese vestuario está creado como homenaje a las tradiciones que se han ido muriendo y que ella renueva a base de su buen gusto del orgullo de representar una tradición inventándola”, agregó.
Con prólogo de Carlos Monsiváis, “La Casa Azul de Frida” conmemora este último espacio, la morada de Frida Kahlo y Diego Rivera.
De acuerdo con Federico Rubli, director de Relaciones Exteriores del Banco de México, desde hace tiempo el BM edita, como parte de su programa editorial de libros de arte, una publicación anual que se conoce como “Libro institucional”.
Dijo que la obra presentada corresponde a la edición 2007.
De igual manera dio a conocer que la elección del año para la publicación coincide con el centenario del nacimiento de la pintora. Asimismo, agregó que la obra se concluyó después de que se abrieron las últimas cajas con los objetos personales de Kahlo, descubiertos hace un año en el Museo Casa Azul.
“El libro que nos ocupa guarda en su concepción un equilibrio cuidadoso entre textos e imágenes. Los primeros versan sobre diversos espacios de la colección del museo, la historia de la Casa y el contexto cotidiano del Coyoacán en el que vivió Frida.
La ilustraciones y fotografías que acompañan a los capítulos son bellas y artísticas”, finalizó.
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