La Galería Deschler exhibe hasta el próximo 24 de mayo una serie de fotografías y lienzos, así como dos instalaciones con esculturas de la autora, cuya obra pretende demostrar la doble moral e hipocresía que se esconden a menudo detrás de la fe ciega y la mojigatería.
Estrellas del deporte y miembros de la Iglesia son los protagonistas de su obra, en la que, haciendo uso de animales disecados, busca desentrañar los instintos salvajes del hombre.
La artista propone una reflexión sobre lo aparente y lo real combinando las facciones de los animales, feroces y dóciles, con personajes de la vida real en su quehacer cotidiano: el dentista con su paciente o el cura en el momento del rezo.
Para ello, Sengl nos presenta el cuerpo humano de un sacerdote arrodillado y en posición de oración, cuya cabeza es un híbrido que combina la suave piel del cordero con la cruel mirada de un lobo de desafiantes colmillos.
En su otra instalación, la artista recurre a la figura de un dentista y su paciente como símbolo de las relaciones desiguales entre quien ostenta el poder y quien se somete a él.
Así, un doctor de bata blanca y cabeza de puma introduce sin piedad su taladro en las fauces del paciente, en este caso, una atemorizada cierva vestida con tejanos y camisa de cuadros que se retuerce de temor y dolor.
Sengl repara también en el deporte de alta competición, capaz de mover y conmover a las masas, cuyas estrellas mediáticas se han convertido en `dioses` de los mortales y las reglas del juego son un nuevo `credo`.
Un corredor olímpico -con cabeza de lobo- que sostiene una cruz en la mano derecha y la bandera de Estados Unidos en la izquierda figura en uno de los lienzos exhibidos en Berlín, al igual que un obispo con cabeza de cabra que enarbola la Copa del Mundo.
Con este juego de engendros Sengl pretende demostrar al público hasta dónde pueden conducir los fanatismos ya sea en el mundo del deporte o en el de la religión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario