El Muerto Todito / Pieza Teatral de la escritora María Zacarías, merecedora del Premio Nacional de Teatro Infantil en el año 1992

Monterrey, N. L..- ¿Qué ocurre, qué podría o puede ocurrir cuando un niño se enfrenta a la muerte con más curiosidad que miedo? ¿Adónde puede conducirlo el libre andar por la imaginación en relación con la muerte? ¿Es éste un buen pretexto para la creación de una obra teatral de tipo infantil? Quienes presenciamos el estreno de la obra El muerto todito el viernes en el Teatro de la Ciudad, sabemos que sí.
Vaya, el hecho es que nadie salió dudando del teatro. El muerto todito es un espectáculo convincente en toda la extensión de la palabra.
El muerto todito, pieza de la escritora María Zacarías, merecedora del Premio Nacional de Teatro Infantil en el año 1992 y dirigida esta vez por el regiomontano Jorge Lobo, comenzó su temporada de estreno este fin de semana y lo hizo, hay que reconocerlo, con el pie derecho.
Así, se incorpora este montaje a las actividades del Programa Nacional de Teatro Escolar, que año con año facilita a los niños de México el contacto inicial con esta expresión escénica.
Ante una sala medio llena y en la que efectivamente no faltaron los niños, Jorge Lobo demostró las razones de su creciente prestigio ante el público teatral regiomontano. Ya desde la primera escena, surgió como disparada la pregunta por la muerte, y muy pronto la cuestión fue sometida al imprevisible pensamiento de los niños.
¿Qué es la muerte? ¿En qué consiste? ¿Cómo ocurre o cómo puede ocurrir?
En El muerto todito, el pretexto de la pregunta por la muerte es un pájaro, cuyo cadáver es visto por los adultos con cierta naturalidad e indiferencia (“un pájaro muerto se tira a la basura”), cosa que no ocurre con la mirada de los niños.
No. El caso es que, entre los niños, la muerte no es un hecho que ocurre sin más ni más, sino que es, ante todo, el sinónimo de una pregunta, un misterio, una inquietud.
Jorge Lobo presentó un trabajo redondo, en el que tanto el trabajo actoral protagónico a cargo de Vicente Galindo como la iluminación de Gerardo Valdez y las soluciones de tipo dancístico de Ángela Gattás, alcanzaron un buen nivel artístico para cuajar en una propuesta escénica eficaz y transparente.
Esta vez el Programa Nacional de Teatro Escolar quiso apostar por un director joven, sin experiencia en montajes de esta índole, y acertó. Además de ello, el director Jorge Lobo quiso tomar al toro por los cuernos y recurrir a un equipo actoral joven, que ha demostrado una buena preparación y mucha fuerza sobre el escenario.
Así, a partir de la próxima semana, la obra de Zacarías bajo el mando de Lobo, tendrá hasta tres funciones de lunes a viernes para el beneplácito de los niños estudiantes de las escuelas públicas de Nuevo León, generando con ello tal vez una atracción, una curiosidad o quizás una vocación artística sumada al aplauso, las risas y la gritería infantil…
Esta vez, amiguitos, esta vez el Lobo no es el malo de la obra, porque ha demostrado ser… un buen director escénico.

¡MANTENGAMOS VIVO EL TEATRO...

OCUPEMOS UNA BUTACA...

FELICIDADES JORGE LOBO!