Quinn ha llamado la atención ya antes por el carácter provocativo de sus obras, como cuando hizo una escultura de su propia cabeza rellena con 4,5 litros de la sangre extraída de su cuerpo a lo largo de cinco meses.
Es también el autor de una escultura gigante de una mujer nacida sin brazos, desnuda y embarazada -un caso real-, que colocó en el llamado cuarto plinto de la plaza de Trafalgar, en pleno centro de Londres.
Esta vez, el escultor ha creado cinco esculturas de cinco toneladas con mármol rosado extraído de una cantera en la frontera hispano-portuguesa que muestran el desarrollo de un feto desde los 22 días hasta justo antes de nacer.
Según explicó hoy Quinn, algunas de las esculturas, agrupadas bajo el título de "Evolución", parecen representar a alienígenas aunque todas tienen un significado universal porque todos los humanos proceden de un feto.
Los fetos emergen del bloque de mármol, como, salvadas por supuesto todas las distancias, los famosos esclavos del genio renacentista Miguel Ángel Buonarroti.
Quinn es también el autor de una escultura gigante titulada "Esfinge" y que representa a la supermodelo británica Kate Moss en una postura entre el yoga y el contorsionismo.
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