Wheke (calamar en maorí) fue pescado en enero del 2000 en las costas de Nueva Zelanda a 615 metros de profundidad y se ha convertido en el primer ejemplar de la familia de los architeuthis, los invertebrados más grandes del mundo, en reposar en un museo fuera de un tarro de alcohol o formol, explicaron los responsables del Museo.
Casi 140 años después de que Julio Verne escribiera Veinte mil leguas de viaje submarino, novela en la que imaginó cómo el batiscafo Nautilus, gobernado por el Capitán Nemo, sufría el ataque de una criatura marina gigante con forma de calamar, París expone uno de estos ejemplares como si acabara de salir del agua.
Tras los dos años que ha durado el complejo proceso de plastinización llevado a cabo en Italia por el laboratorio VisDocta Research, los visitantes pueden observar, sin que nada se interponga entre sus ojos y el ejemplar, a este calamar del tipo sanctipauli, cuya edad estimada en el momento de su captura era de entre 1.5 y 4 años.
Esta técnica consiste en deshidratar al animal a baja temperatura y reemplazar el líquido que hasta entonces lo conservaba (formol, alcohol y agua) por una "solución secreta" a base de resina de plástico que endurece el tejido para que pueda exhibirse en contacto con el aire.
Los técnicos a cargo del proceso tuvieron que recomponer la posición anatómica del calamar y reconstruir los daños que el tejido había sufrido, además de restaurar más de trescientas de sus ventosas, el pico del animal, recrear su pigmentación original y fabricar réplicas de sus ojos.
El coste de la plastinización del invertebrado, que requirió la disección previa de más de cincuenta calamares normales para experimentar con su anatomía, se elevó a 65 mil euros.
Suspendido con cables transparentes iluminado por unos focos tenues que reproducen la oscuridad de las profundidades marinas, Wheke se exhibe a sólo unos centímetros del público, que puede observar al cefalópodo junto a diferentes réplicas de animales que pueblan los océanos, dentro de la Gran Galería de la Evolución del museo.
Los calamares gigantes, que dejaron de ser mitos literarios y leyendas de pescadores en el siglo XVIII gracias a los estudios científicos que empezaron a clasificarlos, viven a una profundidad de entre 500 y 4 mil metros y pueden llegar a medir hasta 18 metros de largo.
Los architeuthis, de la familia de los cefalópodos, se desplazan con propulsión a reacción como si llevasen incorporado un sifón en su interior, expulsan tinta para zafarse de sus predadores y cambian de pigmentación, bien para camuflarse, bien para atraer a su pareja en la temporada de reproducción.
Estos carnívoros, que cuentan con ocho patas y dos tentáculos que utilizan para capturar a sus presas, se alimentan a través de una boca compuesta por un pico y se han llegado a encontrar ejemplares de hasta dos toneladas de peso.
Hasta que en 2004 un equipo de científicos japoneses consiguió tomar fotografías de un ejemplar a 900 metros de profundidad, nunca se había visto a ninguno de estos inmensos calamares en su hábitat natural.
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